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Discurso pronunciado por el Ministro de Asuntos Exteriores de la Federación de Rusia, Serguéi Lavrov, en la 28 sesión del Consejo Ministerial de la OSCE, Estocolmo, 2 de diciembre de 2021

2481-02-12-2021

Estimada señora Presidenta en ejercicio,

Estimada señora Secretario General, damas y caballeros,

La pandemia del coronavirus sometió a prueba a la economía mundial y las relaciones internacionales. Procuramos superar (colectivamente, en la medida de lo posible) los problemas que surgen y adaptarnos a las nuevas realidades. La OSCE desempeña en esto un papel importante. Me place que uno de los pocos documentos a ser aprobados hoy trate del clima. Es necesario mostrar más energía en la lucha contra la pandemia.

No se registran avances en el cumplimiento de la tarea clave que se plantea ante nuestra Organización: robustecer la seguridad sobre los principios de cooperación pero no de confrontación.

Sigue en vigor el objetivo definido por nuestros líderes en la cumbre de Astaná en 2010: constituir una comunidad de seguridad igual, universal e indivisible.

Hoy, la OSCE se encuentra en un estado deplorable. Se convirtió en rehén de la disciplina bloquista en los marcos de la Unión Europea y la OTAN, se empantanó en temas mezquinos.

Nuestros socios occidentales pretenden suplantar el Derecho Internacional por un “orden basado en reglas” que ellos mismos establecen partiendo de su propia “exclusividad”. Cada vez más a menudo se oyen voces proponiendo renunciar al principio de consenso, sin el cual nuestra Organización perderá su singularidad y valor en tano foro de cooperación equitativa entre todos los participantes.

No va a haber ningún “multilateralismo eficaz” del tanto gustan hablar nuestros socios, si un grupo de países se pone por encima de otros, aplicando a los disconformes los métodos de presión y competencia desleal, tales como la “diplomacia vacunal”, campañas mediáticas de desinformación, sanciones ilegítimas.

Los “valores liberales” se emplean como herramientas para una descarada injerencia en los asuntos internos de Estados soberanos.

En un plano más amplio, sobre una nueva base político-ideológica se reproduce el modelo de confrontación bipolar en blanco y negro. La caída del muro de Berlín marcó el fin de la guerra fría, el fin de la lucha entre dos sistemas. Ahora erigen nuevos muros aquellos que se proclamaron “democracias civilizadas” y consideran su tarea misionera contener a los “regímenes autoritarios”.

«Todo para el hombre, todo en aras del hombre», declaran en la  UE y acto seguido planean construir un muro de 180 kilómetros de largo y 5,5 metros de alto con alambrada de púas para aislarse de las mujeres y niños que permanecen en un bosque bielorruso. Las líneas divisorias en Europa y Eurasia perjudican a todos.

La arquitectura de la estabilidad estratégica va arruinándose vertiginosamente. La OTAN  renuncia a analizar en un espíritu constructivo nuestras propuestas para relajar la tirantez y prevenir los incidentes peligrosos. Todo lo contrario, emplaza la infraestructura militar de la Alianza en las inmediaciones de las fronteras rusas. En Rumania y Polonia están desplegados sistemas de defensa antimisiles que pueden ser empleados para atacar. En Europa están a punto de ser desplegados misiles estadounidenses de alcance medio. Resurge la pesadilla de la confrontación militar por la que pasó nuestro continente tras la conocida “decisión doble” de la OTAN. Europa guarda silencio.

Se fomenta militarmente a Ucrania, lo que impulsa a sus dirigentes a sabotear los Acuerdos de Minsk y alimenta las ilusiones de resolver el conflicto por vía militar. La decisión de la cumbre de la OTAN (Bucarest, 2008) de que “Georgia y Ucrania ingresarían en la OTAN” mina los cimientos de la arquitectura de seguridad europea. Una vez, en agosto de 2008, esto provocó unas consecuencias trágicas cuando Mijaíl Saakashvili, poseído por la euforia de las perspectivas de ingreso en la OTAN, decidió embarcarse en una aventura militar que supuso gravísimas consecuencias para la propia Georgia y agravó seriamente la situación en materia de seguridad en Europa. Juegan con el fuego aquellos que repiten mecánicamente las letanías de la cumbre de Bucarest porfiando en que “terceros países” no tienen derecho a exponer su postura respecto a la ampliación de la OTAN. Estoy seguro de que no pueden por menos de entenderlo.

Quiero dejarlo bien claro: utilizar a nuestros vecinos para emplazar armas apuntadas contra Rusia y desplegar fuerzas de la OTAN en la proximidad directa de las áreas de importancia estratégica para nuestra seguridad es absolutamente inaceptable. Quisiera centrar la atención en la declaración del Consejo Permanente de la OTSC del pasado 30 de noviembre en que se subraya lo inadmisible de llevar a cabo la actividad militar provocativa en las áreas adyacentes a la zona de responsabilidad de los países miembros de la Organización.

La seguridad es indivisible o no existe. Los compromisos políticos de los Estados miembros de la OSCE – aplicar esfuerzos para construir un sistema de seguridad igual e indivisible, no fortalecer su seguridad a cuenta de la seguridad de otros, respetar los legítimos intereses de seguridad de otros Estados eligiendo las formas de garantizar su propia seguridad – están estipulados en tales documentos fundamentales como el Acta Final de Helsinki, el Código de conducta de la CSCE sobre los aspectos político-militares de la seguridad, la Carta de Seguridad Europea, la Declaración de Astaná.

Ha llegado el momento para transformar las palabras convenientes en las garantías de seguridad jurídicamente vinculantes a largo plazo. Es una condición imperativa para evitar deslizarse hacia un escenario de confrontación.

"No exigimos algunas condiciones especiales. Entendemos que cualesquiera acuerdos deben tomar en consideración tanto los intereses de Rusia, como de todos los Estados de la región Euroatlántica. Es necesario garantizar la tranquilidad, la estabilidad a todos, las necesitan todos los países sin excepción", subrayó el Presidente de Rusia, Vladímir Putin, en la ceremonia de entrega de cartas credenciales celebrada el pasado 1 de diciembre. "En el diálogo con Estados Unidos y sus aliados insistiremos en la necesidad de alcanzar los acuerdos concretos que impedirán a la OTAN seguir con su expansión hacia Este y desplegar en la proximidad directa del territorio de Rusia sistemas de armas que nos amenazan", destacó el Presidente también. En breve presentaremos las respectivas propuestas. Confiamos en que se las estudien con seriedad, de fondo y sin pretextos. Creemos que la OSCE podrá desempeñar un papel muy importante.

Las capacidades de la OSCE de arreglar conflictos gozan de demanda. La Organización debe enviar una señal clara a Kiev de que es inadmisible revisar los Acuerdos de Minsk que constituyen un fundamento de arreglo que no tiene alternativa. La crisis interna de Ucrania no se superará antes de que el régimen actual de Kiev renuncie a cumplir con los compromisos asumidos a tenor del Derecho Internacional, sostener un diálogo directo con Donetsk y Lugansk y otorgar a estos territorios un estatus especial estipulado en la Constitución. Los intentos de modificar las disposiciones clave de los Acuerdos de Minsk es el camino hacia una catástrofe. Distribuiremos hoy el texto del Paquete de Medidas de Minsk, de la Declaración de los líderes de Alemania, Rusia, Ucrania y Francia aprobada junto con este Paquete y de la resolución del Consejo de Seguridad de la ONU que dio visto bueno a estos documentos. Sería útil que los Estados partes refrescasen la memoria sobre éstos. Cabe ver de nuevo el mandato de la Misión Especial de Observación de la OSCE, inclusive la necesidad de un diálogo directo con Donetsk y Lugansk. Es necesario cumplir todos sus aspectos evitando sus interpretaciones unilaterales preconcebidas, lo que hacen evidentemente los dirigentes de la Misión.

En los años setenta del siglo pasado, en la complicada coyuntura internacional, se convocó la Conferencia sobre la Seguridad y la Cooperación en Europa. La voluntad política de los Estados partes de realizar cambios y su disposición a encontrar fórmulas de compromiso nada fáciles permitieron acordar los fundamentos de una arquitectura de seguridad absolutamente nueva. Hoy tenemos que volver a estos fundamentos, reconfirmar nuestra fidelidad al espíritu de Helsinki. Solo tal postura unificadora basada en el respeto mutuo nos permitirá preservar la Organización y aprovechar sus capacidades como foro para tomar decisiones en relación con los aspectos fundamentales de la seguridad y la cooperación.

Quisiera desear buena salud a todos, agradecer a la presidencia sueca y desear éxitos a nuestros colegas polacos como presidentes futuros de la OSCE.

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