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Discurso del Ministro de Asuntos Exteriores de la Federación Rusa, Serguéi Lavrov ante los estudiantes y la comunidad docente de la Universidad Nacional Euroasiática N.L. Gumilev, y respuestas a las preguntas que se le plantearon en el curso del debate que tuvo lugar después, Astana, 12 deseptiembre de 2013-09-13

1732-12-09-2013

Estimado Erlan Battashevich:

Estimado Samat Islamovich:

Estimado Alexander Vladimirovich:

Queridos amigos y colegas:

Me siento francamente complacido de tener la oportunidad de hablar en la Universidad Nacional Euroasiática, joven aún, pero que es ya un centro de referencia del pensamiento científico de la República de Kazajstán.

Nuestra colaboración en la esfera de la ciencia y la educación se desarrolla con éxito. Me complace afirmar que vuestra universidad colabora estrechamente con las instituciones rusas de educación y ciencia en muchas direcciones, gracias a lo cual, contribuye a que se refuerce un espacio común humanitario. En Kazajstán están abiertas seis filiales de centros de enseñanza superior rusos, una de ellas –la filial en Kazajstán de la Universidad Estatal de Moscú, M.V. Lomonosov- fue creada en la base de vuestra universidad. Los contactos entre los centros académicos adquieren una especial importancia en unas circunstancias de profundización de la integración económica y cooperación intergubernamental.

El destacado pensador e historiador, Lev Nikolaievich Gumilev, con cuyo nombre ha sido bautizada vuestra universidad y cuyo centenario de su nacimiento celebramos el año pasado, en su última entrevista expresó la idea de que lo más valioso en la vida son los amigos y los sinceros aliados. Las relaciones de una sociedad estratégica y la alianza entre Rusia y Kazajstán es un inapreciable patrimonio de nuestros pueblos que trataremos de preservar y enriquecer por todos los medios.

Los principios de una asociación bilateral están reforzados por el Acuerdo de Amistad, Cooperación y Asistencia Mutua entre la Federación de Rusia y la República de Kazajstán del 25 de mayo de 1992. Su vigencia fue prolongada en el año 2012 para un período de diez años más.

Por encargo del Presidente Vládimir V. Putin y el Presidente Nursultan A. Nazarbayev se están llevando a cabo los trabajos de preparación de un Acuerdo de buena vecindad y alianza entre Rusia y Kazajstán en el siglo XXI, cuya firma está prevista este año. Este documento está orientado hacia el futuro y está llamado a trasladar la cooperación entre nuestros dos países a un nivel cualitativamente nuevo teniendo en cuenta los acuerdos reales y alcanzados para un ulterior desarrollo de la interacción económica en el contexto del trabajo para la creación de la Unión Económica Euroasiática.

Nuestros países tienen la frontera por tierra más extensa del mundo, más de 7.600 km. Por eso -unas relaciones intergubernamentales y transfronterizas activas, una cooperación industrial y económico-comercial ramificada, que abarca a todas las nuevas direcciones de la colaboración –de todo el intercambio de mercancías, el 40% está constituido por productos transfronterizos. Este año, en Ekaterimburgo se celebrará la décima edición del Foro Interregional de Cooperación de Rusia y Kazajstán con la participación de los líderes de ambos Estados.

Ambos países comparten enfoques muy parecidos o iguales de la mayoría de los problemas clave del mundo actual. Me refiero en particular a la valoración que hacemos del período de transición actual hacia el que está evolucionando el mundo, que, en esencia, radica en la formación de un orden internacional policéntrico que ha de ser justo, democrático, que refleje la diversidad de culturas y civilizaciones del mundo contemporáneo. En consecuencia, estamos a favor de promover en las relaciones internacionales los principios de la supremacía de la justicia y la indivisibilidad de la seguridad. Es algo particularmente importante en un contexto en el que se intenta arreglar las crisis por la vía del uso de medidas de fuerza, fuera del marco del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas y de los principios de la Carta de Naciones Unidas, con lo que únicamente se consigue socavar la estabilidad internacional, y acumular de forma peligrosa en los asuntos globales elementos de caos. Nosotros abogamos por la activación de un esfuerzo colectivo para buscar respuestas a los desafíos globales, incluyendo los problemas de la no proliferación de armas de destrucción masiva. Consideramos que es un paso importante la creación de una zona libre de armas nucleares en la zona de Asia Central, que ayudará a permitir el fortalecimiento de la seguridad en la región, cuyo principal garante es la Organización del Tratado de la Seguridad Colectiva.

Moscú y Astana se encuentran en el centro de los procesos de integración en múltiples planos en el espacio de la Comunidad de Estados Independientes. A nuestros ojos, la región tiene la oportunidad de unirse en torno al "núcleo" euroasiático en calidad de una nueva atractiva base pragmática y económica. Junto a los precursores de este proyecto se encuentra el Presidente de Kazajstán Nursultan A. Nazarvayev.

Y de nuevo me vienen a la cabeza las palabras de L.N. Gumilev, que consideraba que el "euroasismo" no era simplemente un gran futuro: él no veía otra alternativa en perspectiva que la colaboración, y no la confrontación, la cooperación y no la discordia, la igualdad de derechos de los pueblos grandes y pequeños, y no el nacionalismo y el patriotismo.

En su momento, un destacado historiador ruso, Vasilii Osipovich Kliuchevski, señaló el importante contenido de psicología popular de los procesos históricos. En las condiciones actuales, esto significa que el éxito de las iniciativas a gran escala únicamente es posible gracias a la unión de la voluntad política de los dirigentes con el amplio apoyo de los ciudadanos. El mayor bienestar, la creación de condiciones de vida más cómodas para la gente, el aumento de las posibilidades para las iniciativas creativas y empresariales – constituyen el concepto principal de los procesos de integración en el espacio de la Comunidad de Estados Independientes en el marco de la Unión Aduanera y el Espació Único Económico de Rusia, Kazajstán y Bielorrusia. Hoy en día, este mercado reúne a 165 millones de consumidores, se apoya en los principios universales de conformidad con las normas de la OMC y se armoniza a través de una serie de parámetros, incluyendo la política macroeconómica, las reglas de la competencia, el sistema de regularización técnica y el transporte.

Permítanme citar solamente unas cifras. En el año 2011, el volumen de intercambio comercial de los estados miembros de la UA aumentó casi un cuarenta por ciento, el año pasado, un 8,7% más y esta tendencia ascendente continúa hoy. Asimismo, la aportación de Kazajstán está aumentando de forma dinámica en el volumen total de exportaciones de los países de la UA. El PIB se incrementó un promedio del 3,8%. Se están creando nuevos puestos de trabajo, se ha reducido el paro casi a un 20%. Por lo tanto, ha mejorado el clima inversor general y las condiciones del mundo empresarial en los tres países, entre ellas la pequeña y la mediana empresa.

Nuestros países están unidos por el objetivo estratégico general de formar hacia el 1 de enero de 2015 la Unión Económica Euroasiática, que propone la libre circulación de productos, servicios, capitales y mano de obra sin excepciones ni limitaciones y que está llamada a poner en marcha unas relaciones económicas mutuamente beneficiosas en el espacio de la Comunidad de Estados Independientes.

Consideramos que la Unión Económica Euroasiática será un potente proyecto de integración que determinará el futuro, no solamente de los tres países, sino de otros Estados del espacio de la antigua Unión Soviética que comparten los objetivos y los principios de nuestra integración y están dispuestos a tomar sobre sí el correspondiente compromiso. Kirguistán y Armenia ya se han pronunciado sobre ello. Las puertas están abiertas también para otros Estados de la Comunidad de Estados Independientes. Tal como ustedes saben, el 31 de mayo Ucrania firmó un memorando sobre la profundización de la cooperación con la Comisión Económica Euroasiática.

La ampliación de los procesos de integración euroasiática es una realidad objetiva. En este punto, es imposible no estar de acuerdo con la opinión de la eurodiputada Rashida Dati que afirmó que oponerse a la aparición de esta nueva unión sería un error histórico: de cara al dinámico desarrollo de los países asiáticos, podría convertirse en un "puente de conexión con Asia" para Europa y un punto de estabilidad para el equilibrio mundial.

Pero ese equilibrio es muy fácil de destruir. Actualmente, toda la atención mundial está fija en los acontecimientos de Siria. No voy a repetir aquí nuestra valoración, que es de sobra conocida. Vamos a seguir dando cabida a que se consiga la regularización política sobre la base del comunicado de Ginebra del 30 de junio de 2012, de conformidad con el cual, son los propios sirios los que deben determinar su futuro. Rusia está poniendo en marcha un activo esfuerzo diplomático para evitar una intervención militar exterior en Siria, que conduciría a una futura desestabilización de este país y la región en general. Hemos acogido con satisfacción la aceptación del gobierno de Siria de nuestra propuesta de convenir en establecer un control internacional en los lugares en los que se almacenan armas químicas en este país, su posterior destrucción y la plena adhesión de la República Árabe de Siria a la Organización para la Prohibición de Armas Químicas. Estoy convencido de que existe la posibilidad de paz en Siria y no se la debe desaprovechar. Hoy mismo hablaré detalladamente sobre ello con el Secretario de Estado de EE.UU., John Kerry, en Ginebra.

Está claro que el conjunto de amenazas para la región de Asia Central en el ámbito de la seguridad no se limita a los problemas que se derivan de Oriente Medio y Oriente Próximo. Hay muchos otros retos, como por ejemplo los relacionados con la evolución de la situación en Afganistán. De ahí, la importancia que concedemos a garantizar la paz y la seguridad en la región de Asia Central en estrecha cooperación con nuestros socios kazajos. Vamos a continuar desarrollando en lo sucesivo un sistema de seguridad regular y alianzas a nivel bilateral y en el marco de la Organización del Tratado sobre Seguridad Colectiva, la Comunidad de Estados Independientes y la Organización de cooperación de Shangai.

Nuestro interés es fácil de explicar: la situación en la región afecta directamente a la seguridad nacional de Rusia, al bienestar de más de cinco millones de compatriotas nuestros que viven aquí. Tenemos interés en que los países de Asia Central, el "G-5", se desarrollen de forma estable, sin estremecimientos, que se sientan seguros. Porque, ante un desarrollo negativo de los acontecimientos, tendremos que ser precisamente nosotros y ustedes los que tengamos que garantizar la seguridad de nuestros ciudadanos, buscar una solución a los problemas de los refugiados, luchar contra la aparición de extremistas y enfrentar otros retos.

Nuestro foco de atención está puesto en la lucha contra el terrorismo internacional y la delincuencia transfronteriza, el narcotráfico, la amenaza del uso de tecnología de la comunicación y la información para provocar inestabilidad e instigar discordia transnacional, interconfesional y social en detrimento de la seguridad personal, social y nacional. Por esta razón, es tan importante fortalecer aún más, en el marco de la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva, la cooperación de los servicios de seguridad del orden público, la policía fronteriza y antinarcóticos de los Estados miembro de esta Organización.

En los últimos años la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva ha multiplicado los intentos y el potencial para lograr resolver el complejo problema de la seguridad y neutralizar la amenaza en la zona de su influencia, que incluye la región de Asia Central.

Por eso, la OTSC está abierta a colaborar con los "jugadores" exteriores, incluyendo la OTAN, sobre todo en lo que se refiere al problema relativo a Afganistán. Tenemos interés en aunar esfuerzos para luchar contra la amenaza del narcotráfico afgano. La supresión del tráfico ilegal de drogas supone una importante aportación en el tema de la lucha contra el terrorismo internacional, que recibe un importante apoyo financiero del comercio de narcóticos. Transcurridos ya 10 años bajo la égida de la OTSC, se está llevando a cabo la operación "Canal" en cuyo contexto, solamente el año pasado fueron incautadas más de 5,5 toneladas de sustancias narcóticas. Damos una gran importancia a la cooperación regional dentro del marco de la Organización de Cooperación de Shangai a través de la Estrategia Antidrogas de la OCS para el período 2011-2016 y el plan de acción para su implantación.

Contemplamos la Organización de Cooperación de Shangai como una plataforma prioritaria para la consolidación de la aportación de la región al proceso de regularización afgano, y abogamos por un reforzamiento de las relaciones entre la Organización de Cooperación de Shangai y la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva. Tanto Rusia como Kazajstán participan activamente en las actividades de la OCS y sus estructuras antiterroristas regionales (RATS por sus siglas en ruso)

El año pasado el Presidente de Rusia, Vladímir V. Putin, propuso crear, sobre la base de las Estructuras Antiterroristas regionales de la Organización de Cooperación de Shangai, un Centro universal para combatir los nuevos retos y amenazas para la seguridad de los Estados miembros de esta organización. Consideramos que mañana, en la cumbre de la OSC en Bishkek se adoptará una resolución para desarrollar la idea de la creación de dicho centro, llamado a convertirse en un eficaz instrumento de seguridad.

La buena vecindad y la cooperación de los socios en múltiples planos son las tareas prioritarias de la política exterior rusa. Se sobreentiende que ello ha de ser sobre la base de los principios de la igualdad de derechos, el mutuo beneficio y el mutuo respeto de las normas fundamentales del derecho internacional y los intereses recíprocos. Precisamente en esta clave, nuestra intención es seguir desarrollando las relaciones con los Estados de Asia Central. Nuestros lazos se apoyan en ricas tradiciones y tienen sus raíces en la profundidad de los siglos. Conocemos perfectamente el potencial de la región, sus ricos recursos naturales y sus posibilidades de tránsito.

Hoy en día, el volumen global de circulación de mercancías de Rusia con estos países asciende a 30.000 millones de dólares, de los cuales 22.500 millones provienen de las relaciones económico-comerciales entre Rusia y Kazajstán. Están en vigor cerca de 900 contratos y acuerdos con un contenido predominantemente económico. Todos los años vienen a nuestro país, provenientes de Asia Central, cerca de 5,7 millones de personas, y las remesas que entran en la región llegan a casi 12 millones de dólares al año.

Dirigimos nuestros esfuerzo a prestar ayuda a nuestros aliados de la región. En los últimos cinco años, hemos enviado en forma de donaciones más de mil millones de dólares. Se ha amortizado la deuda exterior de algunos países aislados. En algunos casos, suministramos a nuestros socios recursos energéticos sin aranceles, con lo que prácticamente los subvencionamos. A cuenta del presupuesto ruso, damos formación a mil alumnos y especialistas de Asia Central.

Asimismo, la cifra del intercambio comercial global de Rusia no es baja, en total un 3,6%. Ante nosotros tenemos la tarea general de diversificar las relaciones económico-comerciales, mejorar el entorno empresarial y aplicar proyectos a largo plazo en interés de un máximo aprovechamiento del nada despreciable potencial que tiene una cooperación mutuamente beneficiosa.

En Kazajstán dicen que la amistad se confirma con la lealtad. En los últimos años, nuestros países han logrado construir unas relaciones ejemplares, que se basan en la disposición de ambos a considerar los intereses del otro y trabajar juntos en pro de un futuro mejor en general. Los encuentros de hoy con el Presidente de la República de Kazajstán, las conversaciones con el Ministro de Asuntos Exteriores y otros contactos con los amigos kazajos subrayan la seria disposición de ambos para seguir caminando con confianza por este camino.

Gracias por su atención. Estoy a su disposición para contestar a sus preguntas.

Pregunta: ¿Cómo valoraría usted la eficacia del G-20 para resolver los problemas reales de la economía global? ¿No aparece esta estructura como un foro de discusión ordinario?

Serguéi Lavrov: Tal como se sabe, el G-20 existe desde hace bastante tiempo a nivel de ministros y expertos. Hasta que no estalló la crisis de 2008-2009, los encuentros que celebraban eran poco visibles. Entonces, los países, preocupados por aquel problema, consideraron, no solamente poner en funcionamiento esta estructura, sino llevarla a un nivel superior. Esto sirve para comprender que hoy en día no se pueden resolver los problemas de la economía mundial en formatos más estrechos. El G-8 y el G-7 (que también se conserva) no son claramente representantes suficientes para examinar representativamente y con confianza los problemas de la economía mundial y elaborar las correspondientes recomendaciones.

La primera cumbre del G-20 se celebró en otoño de 2010. En ella, se adoptaron resoluciones de carácter sistémico, relacionadas con la reforma del sistema financiero y monetario internacional, para que la voz de los países que constituyen hoy los motores del crecimiento económico y los centros del poder financiero fueran escuchados con mayor claridad en este sistema, en particular, en el Fondo Monetario Internacional. Por lo mismo, se garantizaría su mayor participación de pleno derecho en la toma de decisiones.

Indudablemente, el G-20 no es una organización oficial sino un club informal. Se incluyen en él países que representan cerca del 90% del PIB mundial. No vamos a olvidar que aún quedan casi 180 Estados miembro de la ONU que dependen de los turbulentos procesos de la economía mundial y cuyos intereses estamos obligados a considerar.

Destaco dos aspectos. En primer lugar, el G-20, al elaborar sus recomendaciones, sigue partiendo de todas formas de la premisa de que no pueden ser una acción legal directa, sino que están sujetas a aprobación de las estructuras correspondientes, que incluyen el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional, en cierta medida, la Organización Mundial del Comercio, y deben recibir necesariamente y como mínimo un reconocimiento a escala universal en la ONU. Precisamente en este sentido trabaja la presidencia rusa. Nos concentramos en los problemas clave actuales, en la elaboración de medidas que permitan la creación de medidas favorables para el crecimiento de las inversiones productivas en la economía mundial y para la creación de más puestos de trabajo. Los planes que fueron acordados en los documentos de la cumbre del G-20 en San Petersburgo, indudablemente, yacerán en la base de las discusiones que se mantengan en las estructuras que adopten las decisiones jurídicas necesarias. El propio hecho del acuerdo de buena voluntad de las principales economías del mundo de adoptar medidas para garantizar una mayor transparencia en el terreno fiscal y acabar con la explotación abusiva de las zonas de alta mar indican que la participación del G-20 tiene como objetivo ocuparse seriamente de este tipo de problemas.

Resaltaré un segundo momento. El G-20 no puede –ni tiene derecho- a abrogarse el papel de una especie de árbitro del destino del mundo. Desde el mismo momento de la presidencia rusa, cuando únicamente elaborábamos la agenda y el programa, la consensuamos no sólo con los participantes del Grupo, sino que además llevamos a cabo una presentación especial en la ONU, y aseguramos el beneplácito de toda la comunidad internacional. Tras la cumbre de San Petersburgo, nuestros representantes han hecho otra presentación más en la ONU, donde han expuesto los resultados y acuerdos alcanzados, y asimismo contestaron a las preguntas de los países miembros de Naciones Unidas. Repito que este fue un encuentro para todos los Estados que pertenecen a la ONU.

Creo que esta es la única manera en la que debemos actuar también en el futuro. Esta práctica nuestra ha sido activamente apoyada y muy bien acogida por los países que no pertenecen al G-20. Espero que la presidencia que venga después haga todo lo posible para que la actuación del G-20 sea transparente y tenga en consideración los intereses y preocupaciones particulares de todos los demás países que no entran dentro de este grupo. Esto lo favorece la práctica de invitar a las cumbres del G-20 a los representantes de diversas organizaciones sub-regionales y regionales, o simplemente Estados fuertes de las regiones en las que se celebren los encuentros ordinarios de las cumbres.

Tal como ustedes saben, en el trabajo de la cumbre de San Peteresburgo participó de pleno derecho el Presidente de la República de Kazajstán, Nursultán A. Nazarvayev en calidad de representante del país que está liderando los procesos de integración del espacio de la antigua Unión Soviética. En mi opinión, su participación fue muy útil y ayudó a trazar una línea muy importante para todos nosotros sobre la necesidad de resolver los problemas de la economía mundial no a través de la creación de bloques cerrados, en cuyo marco se van a deliberar y promover condiciones de privilegio para sus participantes en detrimento de los demás miembros de la comunidad internacional, sino a través de la promoción lo más efectiva posible de los procesos de integración que deben ser abiertos y conjugados. La participación del presidente de Kazajstán, así como la línea que trazó el presidente de la cumbre, el Presidente de la Federación de Rusia Vladímir V. Putin, ayudó a los participantes a comprender mejor el meollo de los procesos de integración en el espacio euroasiático y la importancia que tiene la perspectiva de nuestra integración para el saneamiento, en gran medida, de la economía mundial, al proporcionar una unión orgánica entre las regiones Asia-Pacífico y Euroatlántica.

Pregunta: Hace Más de un año que Rusia es miembro de la OMC. Bajo su punto de vista, ¿se ha ganado y perdido en este período de tiempo?

Serguéi Lavrov: En este punto no es pertinente hablar de quién o qué se ha perdido o ha ganado. Lo importante es el balance. Durante muchos años (probablemente fue un período de negociaciones récord para que un país ingresara en la OMC), nuestros negociadores, expertos y profesionales sopesaban constantemente dicho balance. Aquí no se trata de ser ganadores y triunfadores, sino que lo que debe estar presente es el mutuo respeto y el objetivo de dar con soluciones que garanticen el beneficio de las dos partes. Ha pasado un año y pico, pero no es un período de tiempo suficiente para comprender cuáles son las consecuencias que tendrá a largo plazo. Asimismo, estamos analizando qué consecuencias va a traer al sector de nuestro sector agrario, las distintas ramas de la industria (aviación, etc.), así como los sectores bancario, financiero y de seguros. Los profesionales señalan que los pronósticos alarmistas no se han cumplido. Por término medio, avanzamos poco a poco, sin caídas ni batacazos. En la medida que participamos en la OMC estamos aprendiendo a competir, lo que constituye un factor de saneamiento para toda nuestra economía.

Pregunta: ¿Cómo valora la situación en Oriente Próximo?

Serguéi Lavrov: Me suscita inquietud, probablemente igual que a la mayoría de la gente. Todo lo que está sucediendo allí, constituye ya de por sí una grave crisis, que abarca a muchos países. Es extremadamente peligroso desde el punto de vista del riesgo de que se ahonden más las distensiones interétnicas e interconfesionales, la escisión dentro del mundo islámico. Ello esconde en sí mismo amenazas que, si no son neutralizadas por ellos, necesariamente nos afectarán a ti y a mi y a muchos otros países que están alrededor de esta turbulenta región.

A veces los analistas sostienen que es necesario pensar algo, tener alguna idea clara, original y especial para resolver la crisis. Pero todas las recetas se conocen ya, están expuestas en la Carta de Naciones Unidas. Consiste sobre todo en el respeto de la soberanía y la integridad territorial de un Estado, la no intervención en sus asuntos internos y el arreglo de todos los conflictos sin exclusión a través de medios pacíficos, políticos y diplomáticos.

Observe los resultados de la última década: en todos los países en los que tuvo lugar una intervención extranjera, la situación se ha agravado bastante. En Irak –sobre la que ahora es preferible callar y concentrar toda la atención en Siria –como resultado de actos terroristas mueren todos los días decenas de personas. ¡Es horrible! El país en el que hace 10 años tras la intervención de EE.UU. se declaró el "triunfo de la democracia" se enfrenta ahora a problemas internos muy graves: conservar la integridad territorial y garantizar la unidad de todos los musulmanes que viven en Irak. Las relaciones entre los sunitas y los chiitas es un tema sobre el que especulan ahora los regímenes reaccionarios y los grupúsculos que quieren hacer volar en pedazos Oriente Próximo, permitir no sólo que "se enturbie el agua" sino crear el caos y tratar de sacar partido de ello como sea.

Libia es otro ejemplo más de cómo una intervención extranjera no sancionada ha arrojado al país a diez décadas atrás. Antesdeayer literalmente, tuve un encuentro en Moscú con el Ministro de Asuntos Exteriores del gobierno de transición de Libia, Mohamed Abdel-Aziz. Moscú apoya activamente el esfuerzo de las autoridades centrales para garantizar la unidad del país y los sistemas de gobierno, no obstante no está resuelto ni mucho menos. Los clanes que dominan en unas y otras regiones de Libia, de momento no se avienen a someterse al gobierno central. Las divisiones del Estado y los riesgos que pierdan la integridad territorial constituyen un enorme peligro. Tomemos por ejemplo el problema kurdo. ¿Qué va a pasar con los kurdos si el Estado en el que viven empieza a deshacerse? Hay que pensar en conservar la soberanía de este Estado, su integridad territorial y garantizar unos derechos lo más amplios posible para las minorías, que incluyen los kurdos, los cristianos, etc.

Todo esto que se ha empezado a debatir al hablar de Siria, sobre la necesidad de utilizar la fuerza, a mí, sinceramente, me parece increíble. Unos políticos serios no pueden dejar de pensar que esa idea es penosa, siquiera con el ejemplo de lo que ha pasado ya en Libia. Todos tenemos fresco en la memoria las tremendas consecuencias negativas de la intervención en Libia. Mi colega libio ha subrayado la complejidad del problema del control de las armas, ya que los rebeldes las han robado de los depósitos de armas del gobierno. Según algunas estimaciones, se encuentran ya ilegalmente en 12 distritos de la región. Han penetrado allí también los soldados que acabaron la guerra en Libia y en tanto que allí no tienen más que hacer, han empezado a actuar en Mali, Chad, Nigeria y otros países. Por eso para nosotros es enormemente importante que todos actuemos con coherencia y sobre la base de los principios del derecho internacional. Si todos declaráramos que el principal enemigo de la sociedad civilizada es el terrorismo internacional, alimentado por el narcotráfico, entonces se lucharía contra el terrorismo internacional, se encontrara donde se encontrara. No se puede actuar cada vez de una forma dependiendo de las preferencias, las simpatías y las antipatías. Actuar según el siguiente esquema: si en un país, me gusta un líder autoritario voy a justificarlo por todos los medios y cerrar los ojos ante el hecho de que apoya a los extremistas; en otro país el líder autoritario no me escucha y, a pesar de que esté intentando luchar contra el terrorismo, yo le voy a derrocar. Debía reinar algún tipo de lógica: no se puede actuar en función de una mentalidad decimonónica y de "guerra fría", en la que tu amigo es mi enemigo y lo contrario. No existen terroristas o extremistas "buenos" y "malos". Construir una política en Oriente Próximo partiendo del principio "si aquí me prometen apoyo y el despliegue de mis bases militares, lo demás no me interesa, y con los que no quieren ser amigos míos actuaré según otros métodos" nos ha llevado en la práctica adonde estamos ahora. Hay que hacer todo lo posible para librarse de esta "tormenta" y encontrar la forma de ponerse de acuerdo.

Cuento con que la acción conjunta ruso-estadounidense que dará comienzo en mayo de este año (cuando saquemos adelante la iniciativa conjunta de la convocatoria internacional sobre Siria para cumplir los principios del comunicado de Ginebra, de conformidad con el cual son los propios sirios los que deben alcanzar un acuerdo entre gobierno y oposición sobre el camino de la futura reconstrucción del país) nos ayudará a avanzar. Considero la comprensión que se ha mostrado en las últimas semanas, de la idea de poner las armas químicas sirias a disposición del control internacional –que despeja la amenaza de un ataque- reforzará la oportunidad de que se alcance la paz. Hay muchos que dicen que si Rusia y Estados Unidos actuaran siempre unidos, muchos de los problemas se resolverían más fácilmente. Pues es justo eso, tratamos de actuar conjuntamente y hacemos caso a ese consejo.

Vuelvo a insistir: mucho depende de Rusia y de Estados Unidos, pero los dos nunca podremos alcanzar ningún resultado si nuestras iniciativas no se nutren del apoyo de los países de la región y la comunidad internacional en su mayoría. Y para que exista dicho apoyo, nuestras iniciativas –y vuelvo otra vez a la primera idea- deben descansar sobre la sólida base de los principios del derecho internacional. Y de momento, en mi opinión, se desprende una buena impresión de los acontecimientos de los últimos días. Espero que tanto hoy por la tarde como mañana consigamos responder en Ginebra a las expectativas de la comunidad internacional.


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