Entrevista del ministro de Asuntos Exteriores de la Federación de Rusia, Serguéi Lavrov, concedida a la emisora Radio de Rusia, Moscú, 19 de noviembre de 2015
Pregunta: Estimado señor ministro, gracias por haber encontrado un rato libre, para conceder a la Radio de Rusia esta entrevista. Mi primera pregunta, por supuesto, está relacionada con los acontecimientos de los últimos días, en primer lugar, la tragedia ocurrida en Francia. ¿Han progresado después de ella sus relaciones con los interlocutores occidentales? ¿Se podría decir que las discrepancias han quedado atrás? Y lo más importante, significan las declaraciones de las principales capitales mundiales que sus líderes por fin “se han dado cuenta de todo”, por decirlo de alguna manera o sería prematuro asegurarlo?
Respuesta: Creo que estamos empezando a recibir respuestas a la pregunta que el presidente de la Federación de Rusia, Vladimir Putin, hizo desde la tribuna de la Asamblea General de la ONU “¿Pero se han acabado de dar cuenta de lo que han hecho?”. La reacción a cuanto está ocurriendo en Siria, si es que a Siria se está refiriendo, empezó a cambiar precisamente después de haberse celebrado la parte principal del período de sesiones de la Asamblea General, en la cual tomaron parte Jefes de Estado y de Gobierno y ministros de Asuntos Exteriores. Hemos notado el cambio por el entusiasmo con el que se recibió nuestra idea de celebrar unas negociaciones multipartitas y en formato amplio sobre Siria.
Hasta hace poco nuestros interlocutores se resistían a crear un “círculo inclusivo de agentes externos”, al que estuvieran invitados representantes de los países que de una u otra forma influyen en la situación en Siria. Sin embargo, durante el mes pasado se han celebrado dos reuniones del Grupo Internacional de Acción para Siria que abarca a todos los países vecinos de la República Árabe de Siria y a todos los países que en cierta medida pueden influenciar el desarrollo de los acontecimientos en el país árabe. El hecho de que en ambas reuniones, la del 30 de octubre y la del 14 de noviembre, respectivamente, se pudiera aprobar por consenso dos documentos que contienen principios promovidos por Rusia de forma consecutiva durante la crisis siria, es muestra de que nuestros interlocutores occidentales se han dado cuenta de la falta de perspectivas de la postura sostenida que era en realidad un ultimátum: que se marche Bashar Asad y se solucionarán todos los problemas. Mas aún, recientemente su postura daba lugar a la siguiente lógica: al empezar las Fuerzas Aeroespaciales de Rusia, previa solicitud del presidente sirio, una operación antiterrorista, hemos señalado a la parte estadounidense que, a pesar de que la coalición por ellos encabezada actuaba en Siria sin autorización del Gobierno nacional, a diferencia de Iraq, y sin el pertinente mandato del Consejo de Seguridad de la ONU, a pesar de que en Siria los estadounidenses, sus aliados de la OTAN y otros miembros de la coalición, no cuentan con base jurídica internacional que apoye su actuación, en aras de la lucha contra el terrorismo estábamos dispuestos a coordinar nuestros esfuerzos y de una forma bastante intensa. La parte estadounidense sólo aceptó el acuerdo necesario para evitar incidentes aéreos entre las fuerzas de ambos países, renunciando a una cooperación a gran escala y manifestando hasta hace poco que únicamente la decisión sobre el abandono seguro y en una fecha exacta de su puesto por el presidente Asad fomentaría la interacción en la lucha contra el grupo terrorista Estado Islámico.
Se asegura que Bashar Asad es el “imán que atrae a los terroristas”. Pero si seguimos con esta lógica, llegaremos a la conclusión de que no sólo el actual presidente sirio es una fuente de atracción para los terroristas, sino también lo son El Líbano, Turquía, Francia y Egipto. Y, si recordamos además, que han sido Francia y Turquía los países que más han insistido en que Bashar Asad abandone su puesto con urgencia, la lógica “no habrá Asad y no habrá Estado Islámico” deja de tener sentido, porque esta organización terrorista intenta crear su califato independientemente de cuanto ocurra en Siria y de las actitudes hacia el presidente de este país. Creo que la llamada hecha por el presidente de Francia, Francois Hollande, al presidente de Rusia, Vladimir Putin, para proponerle coordinar los esfuerzos de ambos países y la reacción ofrecida por el presidente de Rusia, quien se mostró dispuesto a interaccionar con París en calidad de aliados, evidencian que en estos momentos los políticos sensatos están dejando aparte los detalles secundarios y se están centrándo en la tarea prioritaria. Es decir, en la necesidad de poner fin a los intentos del Estado Islámico de instalarse en un territorio enorme.
Pregunta: Señor ministro, ha adelantado mi segunda pregunta. Muchos oyentes nos hacen el siguiente comentario “Rusia ha empezado a prestar ayuda intensa a Siria en los últimos 2 ó 3 meses. ¿Por qué no se hecho antes, hace un año, por ejemplo? ¿Es que hubo algún impedimento para ello?”
Respuesta: Siempre nos hemos pronunicado por el arreglo pacífico de la crisis siria. En cuanto estallaron los enfrentamientos armados entre los manifestantes, cuyas exigencias eran en gran medidas justas y lógicas y el Gobierno nacional, que, por supuesto, ha tardado en dar los pasos necesarios, lo que no pudo satisfacer a las masas, estalló un conflicto interno. Enseguida convocamos la Conferencia de Ginebra, al término de la cual se aprobó el Comunicado de Ginebra, un documento que insta a celebrar negociaciones entre el Gobierno y la oposición en base al consenso nacional. Se llamaba a las partes a buscar vías de reformar el Estado, manteniendo las instituciones públicas y facilitando posibilidades más amplias a todos los grupos étnicos y religiosos. Fue en junio de 2012.
Tras la aprobación del Comunicado de Ginebra, lo presentamos al CS de la ONU esperando su inminente aprobación y la toma de los pertinentes pasos, para que los bandos enfrentados en el conflicto sirio, se sentaran a la mesa de negociaciones. Sin embargo, en el CS nuestros interlocutores occidentales nos dijeron “No aprobaremos ningún comunicado de Ginebra”, a pesar de que ellos mismos habían participado en su elaboración. “Queremos que a los principios allí expuestos, prosiguieron, se añada la tarea de derrocar a Bashar Asad y a introducir inmediatamente sanciones contra su régimen”. Habían tomado parte en la conferencia de Ginebra y nada parecido se había abordado. Luego, durante mucho tiempo intentaron conseguir que el CS aprobara una Resolución que les autorizara a usar la fuerza, para derrocar el régimen de Asad. Rusia y China, por su parte, recurrían al derecho al veto y el documento no fue aprobado. Los países occidentales insistían en que sin la marcha de Bashar Asad sólo aumentarían los sufrimientos del pueblo sirio y le vaticinaban unos escasos días en el poder. Pasaron cerca de cuatro años desde entonces. Todos los pronósticos de que el pueblo se rebelaría y lo derrocaría, no han llegado a cumplirse. Y ello sólo significa una cosa, que la figura de Bashar Asad refleja los intereses de una parte considerable de la sociedad siria, de modo que no habrá ninguna solución pacífica de la crisis sin su participación.
La etapa en la que nuestros interlocutores occidentales se dedicaban a evitar el proceso político iba acompañada por la llegada al país desde el exterior de un número enorme de terroristas y fundamentalistas, cuyo objetivo era derrocar el régimen. En un momento dado los patronos de este proceso, como ha ocurrido en ocasiones anteriores, han perdido el control de la situación, imponiéndose los instintos asesinos de los terroristas. Fue cuando se dieron cuenta de que tenían una oportunidad inmejorable de poner en práctica el propósito largamente abrigado por el Estado Islámico, un grupo creado por unos antiguos reclusos de las cárceles iraquíes y afganas puestos en libertad por los estadounidenses. Las potencias occidentales perdieron todo control de la situación y el grupo acabó convertido en un movimiento autosuficiente que se apoderó de unos vastos territorios y de algunos monumentos pertenecientes al Patrimonio de la Humanidad. Estos monumentos son saqueados y destruídos y los objetos de valor histórico que contenían, puestos a la venta. Se comercia en volúmenes industriales con el petróleo proveniente de los territorios ocupados. Todos estos datos fueron expuestos en la reunión del presidente de Rusia, Vladimir Putin, con los participantes de la Cumbre de los G-20 celebrada en Antalya. Ahora, seguramente, todo el mundo se ha dado cuenta de que la amenaza terrorista es como un genio: una vez liberado de la lámpara, no querrá volver a meterse allí. Hace más de un año EEUU formó una coalición para luchar contra el Estado Islámico y sus allegados, llegando a un acuerdo con Iraq, pero ni intentando hacerlo con Siria. Es por ello, porque tiene carácter ambiguo la operación que están llevando a cabo, mientras que la lucha contra el Estado Islámico, dueño actual de gran parte del territorio iraquí y sirio, tiene dos fundamentos distintos. Uno de ellos es el derecho internacional que es observado en el caso de Iraq. Sin embargo, en caso de Siria los ataques no tienen carácter legítimo. Sin embargo, y lo vuelvo a repetir, estamos convencidos de que es necesario colaborar. Viendo los resultados de 1.5 años de actvidad de la coalición, hemos llegado a la conclusión de que no corresponden con los objetivos anunciados, por ejemplo, el de no permitir la expansión del Estado Islámico, que ha conseguido precisamente ocupar nuevos territorios. En Iraq se lograron ciertos éxitos: en determinadas zonas del país se consiguió poner coto a unidades de combate del Estado Islámico. A pesar de ello, en general, el grupo terrorista aumentó la extensión del califato, cuya creación se había anunciado en los territorios de Iraq y Siria y se había acercado peligrosamente a Damasco y a otras importantes ciudades del país. La situación era alarmante y podía degenerar en algo que a nuestros interlocutores occidentales, a juzgar por sus declaraciones, les gustaría evitar. A nuestra pregunta de “¿Desean derrocar a Bashar Asad y ceder Siria a los terroristas? nos contestaron “En ninguno de los casos. Es necesario tomar una decisión que fuerce a Bashar Asad a abandonar su puesto y evite que los terroristas lleguen al poder”. Pero este escenario parecía más que realista, a causa de la ralentización del proceso de las negociaciones políticas y esta guerra extraña contra el terrorismo que llevaba la coalición dirigida por Washington. Los militantes del Estado Islámico, Frente Al-Nusra y sus allegados se encontraban ya en las afueras de Damasco y otras ciudades sirias. Al solicitarnos el presidente de Siria ayuda de forma oficial, enseguida respondimos de forma positiva. Estamos ahora llevando a cabo en Siria una operación de forma legítima. Al mismo tiempo, estamos dispuestos a interaccionar con los países miembros de la coalición y a elaborar formas de cooperación que respeten la soberanía de Siria y las prioridades de sus dirigentes. Estoy convencido de que una actitud pragmática ayudará a encontrar tales formas de interacción.
Pregunta: Señor Lavrov, el presidente ruso, Vladimir Putin, dijo que en esta situación actuaría ateniéndose a las disposiciones del artículo 51. ¿Qué significa esto?
Respuesta: El artículo 51 de la Carta de la ONU garantiza el derecho de todos los Estados a la autodefensa en caso de ataque, cuando sus ciudadanos son atacados. Desde luego, hay juristas que pueden abordar esta cuestión desde una punta de vista muy formal, ya he oído algunas declaraciones de corte legalista. Pero en realidad, el atentado terrorista contra la aeronave rusa no puede ser analizado de forma aislada. Este ataque es el crimen que forma parte de toda una serie de las violentas acciones que los terroristas perpetraron en Líbano, Egipto, Paría, Ankara, Bagdad y otras ciudades iraquíes. No cabe la menor duda de que es una amenaza real a la paz y estabilidad en el mundo. En estas situaciones, por supuesto, los Estados están consterñidos a ejecutar su derecho a la autodefensa, previsto en la Carta de la ONU. Estoy convencido de que es esta situación es absolutamente indispensable que el Consejo de Seguridad de la ONU apruebe una resolución que reafirme la necesidad de actuar de acuerdo con el capítulo 7 y hacer todo para derrocar el EI, de la misma manera que actuamos en caso de los atentados del 11 de septiembre de 2001. Por cierto, a finales de septiembre presentamos el proyecto de la resolución que llama a aunar los esfuerzos para luchar contra el EI y otras organizaciones terroristas en Oriente Próximo y Africa del Norte. El presidente Vladimir Putin anunció esta iniciativa rusa durante en la Asamblea General de la ONU. Al día siguiente organizamos la reunión ministerial del Consejo de Seguridad, donde entregamos a los participantes el proyecto de la resolución en cuestión. Nuestros interlocutores occidentales dijeron que no les gustaba la disposición, prevista por la resolución, que obliga a coordinar las operaciones antiterroristas con los Estados en cuyo territorio se planea llevar a cabo. Por eso nuestro proyecto fue desaprobado y "congelado". Naturalmente, no insistimos para no perder tiempo llamando a una puerta cerrada. Al mismo tiempo, estábamos seguros de que esta resolución cobraría actualidad. Lamentablemente, fue lo que pasó. Volvemos a observar la disposición a consolidarse sobre la plataforma antiterrorista sólo después de nuevas tragedias. Espero que no vayamos a esperar más infortunios - ojalá no se repitieran aunque no se puede garantizar nada – para empezar a adelantarnos a los terroristas. Estos no discuten entre ellos, se ponen de acuerdo perfectamente – el EI con Jabhat al-Nusra, por ejemplo. Estoy seguro de que de la misma forma se ponen de acuerdo con otras filiales de Al Qaeda. Según nuestros datos, lo tienen bien organizado. Ante esta colosal amenaza sin precedentes es imperdonable seguir "coqueteando" y poner condiciones previas, como la del cambio de régimen en un país u otro, para consolidar los esfuerzos en la lucha antiterrorista. Me gustaría volver al tema que ya he mencionado, cuando nuestros socios occidentales dicen: "Primero solucionamos el problema relacionado con Bashar Asad, luego ya organizaremos una coordinación eficaz para derrotar el EI. Resulta que Bashar Asad no quiere luchar contra el EI si es que molesta para hacerlo. O es el EI que no quiere a Asad. Y si es así, debilitando al presidente sirio, Bashar Asad, hacemos el juego al EI.
El secretario de Estado de EEUU, John Kerry, me repite con regularidad, have poco lo hizo públicamente, que si no hay Asad, habrá una coordinación eficaz. Esto significa que debilitando a Bashar Asad estamos reforzando el EI. Creo que todos empiezan a comprender la urgencia de elaborar los enfoques más pragmáticos, lo cual fue puesto de manifiesto durante los encuentros en Viena, de los que ya he hablado, y también cuando el presidente de Francia, François Hollande, dio un paso muy decisivo y de gran relevancia al proponer apartar todas las diferencias en otras cuestiones y crear una coalición antiterrorista. Esta postura se adecúa completamente a la iniciativa presentada por el presidente de Rusia, Vladimir Putin desde la tribuna de la Asamblea General de la ONU, cuando propueso crear un frente antiterrorista amplio y universal.
Pregunta: Señor Lavrov, desde que las relaciones entre Rusia y algunos países occidentales, empezaron a empeorarse, volvió a nuestro lenguaje cotidiano el término "telón de acero", al menos muchos de mis colegas occidentales usan muchísimo esta expresión. ¿Cree que es cierto? ¿Qué es el telón de acero y quién se está separanso de quién?
Respuesta: Como ustedes recordarán, este término fue popularizado por el primer ministro de Gran Bretaña, Winston Churchill, al usarlo durante una conferencia en marzo de 1946. Es decir, en menos de un año después de finalizada la Segunda Guerra Mundial, en Occidente empezaron a predominar otros avatares. El problema del nazismo, imposible de solucionar sin la participación de la URSS, había sido resuelto, Hitler había sido derrotado, los criminales del Tercer Reich había sido condenados por los Juicios de Núremberg, Alemania y Japón estaban ocupados, la Segunda Guerra Mundial había terminado con un triunfo completo. Luego sucedió que nuestros socios occidentales, en primer logar, los anglosajones, dejaron de necesitar la ayuda de la URSS.
La guerra es una continuación de la política pero con otros métodos. De ahí que surgió un nuevo objetivo político que consistía en aislar la URSS para impedir su influencia en Europa y en el mundo. La geopolítica en seguida pasó al primer plano. Luego se creó la OTAN. La Unión Soviética, claro está, respondía de diferentes formas pero siempre prefería la cooperación.
En 1954, fue la URSS la que propuso firmar el Tratado de Seguridad Colectiva en Europa abierto para todos los paises de la región independientemente de sus sistemas políticos y económicos. La propuesta fue rechazada a favor de la consolidación de las fuerzas pro-occidentales en el marco de la OTAN. La URSS también empezó a hacer uso de medidas militares u otras, en lugar de las diplomáticas, incluida la contrucción del Muro de Berlín, que es, tal vez, el símbolo más representativo del concepto de "telón de acero".
Ahora, cuando se habla de una nueva edición de la Guerra Fría y en este contexto se menciona el "telón de acero", forma parte, creo, de la retórica que se sigue oyendo de vez en cuando en torno a la necesidad de "aislar" a la Federación de Rusia. El "telón de acero" acompaña el aislamiento. Pero en la situacióna ctual, en la época de la globalización y la interdependencia, el "telón de acero" al caer puede pillarle algo a alguien. La historia de las sanciones y nuestras respuestas a las mismas lo demuestra muy bien – es un bumerán. Por lo tanto, lo importante es lo que pasa en la realidad y no lo que dicen los políticos intentado probar la eficacia de alguna de sus estrategias unilaterales. Nosotros no percibimos ningún tipo de aislamiento de Rusia.
Todos nuestros interlocutores occidentales – desde EEUU, Alemania, Francia hasta los países más pequeños de Europa – nos preguntan sin falta durante los contactos cuándo Rusia va a cumplir los Acuerdos de Minsk sobre Ucrania. Nadie pregunta por Crimea. Nosotros les respondemos y explicamos la situación real. Ultimamente, ya nuestros socios empiezan a lamentar que, por desgracia, las autoridades de Kiev no consigan cumplir con los compromisos asumidos al firmar los Acuerdos de Minsk. Y luego intentan justificarlo con la oposición, la situación interna muy complicada, los radicales, los problemas económicos, la corrupación y los controvertidos resultados de las elecciones. Es decir, ya empiezan a darse cienta de que son, en primer lugar, Kiev y Donbás, los que tienen que cumplir los Acuerdos de Minsk, no la Federación de Rusia. Esto sucede, en particular, entre los miembros del Cuarteto de Normandía, digan lo que digan después las autoridades ucranianas. Porque ellas en sus comemtarios públicos intentan poner todo del revés declarando que su comportamiento está respaldado por Occidente. No es verdad. El tiempo transcurrido desde el golpe de Estado en Ucrania, no transcurrió en vano para los serios políticos occidentales. Empiezan a revisar esta situación y a darse cuenta de su propia situación surgida a raíz de la crisis ucraniana.
Nuestros socios occidentales "congelaron" algunos de los formatos de interacción, como el Consejo Rusia-OTAN, los diálogos sectoriales con la UE, algunas comisiones intergubernamentales para la cooperación económica, pero este proceso está ya volviendo a la normalidad, se está reanudando el funcionamiento de estos mecanismos. Se suspendieron a lo mejor otros mecanismos o formatos pero nunca se ha suspendido la cominicación cotidiana, ninguna delegación rusa no se siente aislada en ningún evento, vayamos donde vayamos a nivel presidencial, ministerial u otro. La delegación rusa siempre centra la atención en cualquier foro, nos piden consejo, nos piden ayuda para promover las incitiativas correspondientes de la agenda del evento en cuestión. Estoy seguro de que los intentos de aislar a Rusia estaban condenados al fracaso desde el principio, y ahora todo el mundo se da cuenta de que es ridículo.
Pregunta: Recordamos que en la época soviética se solía dividir a los países en “amigos” y “enemigos”. ¿Se puede aplicar esta división hoy?
Serguéi Lavrov: Es absolutamente inaceptable para nosotros. El presidente ruso, Vladímir Putin, decía en reiteradas ocasiones que no buscamos a los enemigos, nunca les hemos buscado y no vamos a buscarles. Creo que la mayoría de los países tienen una postura especial, porque no puede haber unanimidad en todos los ámbitos, no puede aplicarse la llamada “disciplina del palo”, aunque se intenta implantarla en la OTAN y en la UE, pero no se logra. En cuanto surjan algunas dificultades, como la situación con los refugiados, se manifiestan las peculiaridades nacionales y así será siempre. Ni siquiera los intereses de los aliados más próximos no coinciden al 100%, por eso la diplomacia debe buscar fórmulas de compromiso. Mientras, cuando nuestros socios occidentales presentan la consigna de “con nosotros o contra nosotros”, dirigiéndose a nuestros vecinos, incluidos los países de la antigua Unión Soviética, esto, en realidad, constituye una forma velada de convertir a alguien en enemigo.
La OTAN está buscando ahora a un enemigo, porque tras el colapso de su misión en Afganistán, empezó a buscar de nuevo el sentido de su existencia. Tras la campaña en Afganistán, los miembros de la OTAN se sumergieron en un estado depresivo, preguntándose si era necesario cumplir esta misión, en general, y no entendiendo qué hacer y de qué ocuparse. En aquel momento se produjo un golpe de Estado en Ucrania, se oyeron declaraciones altisonantes de la necesidad de prohibir el idioma ruso y de que los rusos no tienen nada que hacer en Crimea. Posteriormente, siguió la respectiva reacción que dio motivo a especular con la autodeterminación de los habitantes de Crimea.
Ahora se vuelve a asociar la imagen de enemigo a la de Rusia. Nosotros no lo hacemos. Al contrario, confirmamos nuestra propuesta que he mencionado: en 1954, se propuso concertar un tratado de seguridad colectiva paneuropea y, en 2008, reanudamos esta iniciativa actualizándola de conformidad con las exigencias de hoy y propusimos firmar un tratado de seguridad euroatlántica, teniendo ya en cuenta no sólo el continente europeo, sino también América del Norte. Se dio largas a este documento también, pero los principios estipulados en éste, es decir, la necesidad de garantizar la seguridad equitativa e indivisible para todos, cuando ningún Estado no garantice su seguridad a cuenta de la seguridad de otros, son de acuciante actualidad y, además, están proclamados en las declaraciones políticas en el marco de la OSCE y el Consejo Rusia-OTAN en la etapa de su creación. Mientras, cuando propusimos aplicar estos principios políticos para que nadie menoscabe la seguridad de otros, hacerlos jurídicamente vinculante, nuestros socios occidentales empezaron a eludir sus compromisos aprobados en el ámbito político al nivel más alto.
La OTAN aumenta la presencia de su material bélico, su armamento pesado cerca de la frontera con Rusia, en violación del Acta Fundacional a tenor con la que tales fuerzas no deben desplegarse de modo permanente en el territorio de nuevos miembros. Recurren a diferentes subterfugios para convencernos de que “no son las fuertes permanentes sino rotatorias”. Mientras, es igual si cada seis meses una unidad completamente dotada y bien armada sustituye a otra. Esto no contribuirá al incremento de la estabilidad. Todo esto corresponde a las intenciones de buscar a un enemigo para empezar posteriormente a extender su influencia a nuevos espacios geopolíticos de modo más intenso. La OTAN aceptó y prometió que en el territorio de sus nuevos miembros no estarían desplegadas importantes unidades militares. Y ahora se dice que no se trata del despliegue permanente, sino del rotatorio. Además, resulta que se debe hacerlo, en vista de la agresión rusa, Crimea, etc.
Lo mismo se observa en las acciones, la postura de varios países occidentales. He citado como ejemplo la consigna promovida respecto a nuestros vecinos: “con nosotros (con Europa y Occidente) o contra nosotros”. Se declaraba lo mismo en público, en particular, durante la primera crisis en Ucrania, en 2003-2004. Últimamente, la burocracia de la UE se adhirió a esto, cuando fue elaborado el acuerdo de asociación con Ucrania que, como saben ustedes, contradecía a los compromisos de Ucrania asumidos en relación con la zona de libre comercio en el marco de la CEI. En aquel momento, nuestras aclaraciones dirigidas al presidente y el primer ministro de Ucrania les obligaron a hacer una pausa y pensar cómo se podría hacer coincidir los compromisos ante la CEI ya asumidos y los compromisos que planeaban asumir en relación con la UE. Esto fue un pretexto formal que provocó las protestas en el Maidán absolutamente ilegítimas con la violación de todas las normas del orden público, etc.
El mismo principio “con nosotros o contra nosotros” se aplica en relación con Moldavia, y se intentaba aplicarlo en relación con Armenia. Estoy seguro de que no se debe hacer tales contraposiciones. Nuestras propuestas presentadas hace un año para la consideración de la parte ucraniana y la Comisión Europea contienen ideas eficientes y realizables sobre la posibilidad de no violar los compromisos asumidos en relación con la zona de libre comercio de la CEI, dirigiéndose hacia la creación de la zona de libre comercio con la UE simultáneamente. Allí se prevén algunos períodos, etapas en este trabajo para coordinar las normas arancelarias, aduaneras, fitosanitarias, reglamentarias, etc. Mientras, esto al menos permitiría evitar la destrucción de espacios comerciales en el territorio de la UE, la Unión Económica Euroasiática y la zona de libre comercio de la CEI (espero que esto no está perdido por completo, pero quedan pocas posibilidades). No se logra, no quieren, se da la única respuesta: “Lo hemos decidido todo, adhiérannos y ya veremos: si se sienten ustedes de modo inconfortable pensaremos qué se podría acordar más”. Todo lo han decidido por nosotros, aunque se trata de nuestro socio comercial muy importante. Lo mismo pasa en otro ámbito – en el de seguridad – lo han decidido por nosotros todo que se refiere al sistema de defensa antimisiles. Todos nuestros intentos de desarrollar la concepción del escudo antimisiles junto con los estadounidenses y los europeos se rechazaban. Nos declaraban simplemente: “Toda la arquitectura del escudo antimisiles está acordada, ya hemos acordado todo, no está dirigida contra ustedes, adhiérannos y verán que todo está bien”. Es una falta de respecto hacia nosotros, al menos, hacia nuestras capacidades intelectuales, y desde el punto de vista de la política real, esto nos desvía de la cooperación, de la coordinación de acciones respecto a los problemas principales que hoy constituyen el terrorismo, el crimen organizado y el extremismo violento.