Discurso introductorio pronunciado por el Ministro de Asuntos Exteriores de la Federación de Rusia, Serguéi Lavrov, durante el encuentro con el Ministro de Relaciones Exteriores de la República Popular China, Wang Yi, Pekín, 3 de febrero de 2022

Estimado señor Ministro,

Querido amigo,

Estoy encantado de volver a reunirme con Usted. Le agradezco la invitación a visitar Pekín precisamente en este momento especial, cuando por doquier se respira un ambiente de fiesta con motivo del advenimiento del Año del Tigre según el calendario lunar. Hay tradición de hacer visitas en ocasión del Año Nuevo. Con tal motivo hemos venido a nuestros amigos. Es especialmente grato, porque el Año del Tigre es mi año.

Es una buena oportunidad para entrevistarme con Usted personalmente. En vísperas de la visita del Presidente de la Federación de Rusia, Vladímir Putin, a la República Popular China que comienza mañana esta oportunidad permitirá discutir detalladamente todas las cuestiones que requieren nuestra atención, intercambiar opiniones, lo que es necesario en el contexto de una vertiginosa agenda.

Es el primer encuentro presencial en más de dos años por razones del coronavirus. Valoramos en alto una interacción sin precedentes con nuestros amigos chinos, su apoyo firme y recíproco.

Nuestras relaciones se basan en un amplio consenso social en ambos países. Son autosuficientes, estables, no están sujetos a la influencia de la coyuntura política ni apuntadas contra terceros países.

Nuestros ministerios de Exteriores desarrollan una estrecha cooperación que contribuye a robustecer la estabilidad y predictibilidad en los asuntos internacionales.

Mañana se inauguran los XXIV Juegos Olímpicos de Invierno. Es un relevante acontecimiento. Estoy seguro de que mostrarán palmariamente a toda la comunidad mundial la capacidad de su país de organizar y celebrar las mayores competiciones internacionales. Pekín va ser la primera ciudad en la historia en acoger tanto la Olimpiada de Verano como de Invierno.

Rusia, igual que China y la abrumadora mayoría de los países del mundo, se opone tajantemente al boicot de las competiciones internacionales, a los intentos de suplantar los ideales del movimiento olímpico por la politización del gran deporte, de convertirlo en herramienta de presiones sobre los países indeseables.

Quisiera desearles a los olimpistas rusos y chinos unas competiciones espectaculares, brillantes victorias en una lucha honesta y nuevas plusmarcas.