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Intervención del representante permanente de Rusia ante la ONU, Vitali Churkin, en la sesión de la Asamblea General de la ONU celebrada en Nueva York el 27 de marzo de 2014

676-27-03-2014

Señor presidente:

El 21 de marzo se produjo un hecho que tiene un significado verdaderamente histórico. Como resultado del referéndum en Ucrania, en el que una gran mayoría de la población votó a favor de pertenecer a Rusia, se produjo la reunificación de Crimea y la Federación de Rusia.

Hacemos un llamamiento a todos a respetar esta elección voluntaria, tal como ha hecho Rusia, que no ha podido negarse a apoyar a los crimeos en su derecho a la autodeterminación y a satisfacer sus aspiraciones antiguas.

La justicia histórica ha prevalecido. Durante muchos siglos Crimea fue parte inseparable de nuestro país, y compartimos una misma cultura y, lo más importante, un mismo pueblo. Y solo la decisión discrecional del Gobierno de la URSS, que en 1954 entregó Crimea y Sebastopol a la República de Ucrania, pero dentro del mismo Estado, quebró el estado natural. Después de la desintegración de la URSS fue evidente que a Crimea la separaron de Rusia "en vivo". En 1992 los crimeos adoptaron una Constitución que establecía que Crimea era un Estado independiente que formaba parte de Ucrania. Sin embargo, esta Constitución fue pronto modificada por Kiev sin el acuerdo de los crimeos, y el estatus de la península se redujo al de república autónoma integrada en el Estado unitario de Ucrania.

Los crimeos nunca se han reconciliado con su suerte, y han demostrado abiertamente sus simpatías hacia Rusia. Su paciencia se ha agotado con la profunda crisis política que ha afectado a Ucrania. Una crisis, provocada en gran parte por las acciones oportunistas de fuerzas externas, que había intentado cortar los lazos seculares que unen a Ucrania y Rusia, colocando a Kiev ante una falsa elección: o la Unión Europea, Occidente, o Rusia. Por otra parte, esta política se llevó acabo con una desvergüenza sin precedentes. Se exigió al Gobierno de Ucrania que firmase el acuerdo de asociación con la Unión Europea bajo la amenaza de sanciones. En las filas de los manifestantes antigubernamentales se inscribían abiertamente ministros y personalidades destacadas de los países de la Unión Europea y de Estados Unidos. Intervinieron desde sus tribunas con llamamientos provocadores a organizar acciones contra el Gobierno. La plaza central de la ciudad (Maidán) se convirtió en un campamento militarizado. Milicias bien equipadas y entrenadas cometieron ataques violentos contra las fuerzas del orden público y ocuparon edificios administrativos. En uno de ellos, la Casa de los Sindicatos, se organizó la denominada "comandancia" del Maidán, y en el séptimo piso de este edificio actuaba constantemente el cuartel general de la embajada de Estados Unidos. Desde este edificio, precisamente, dispararon los francotiradores contra los representantes de las fuerzas del orden y contra los manifestantes, pretendiendo claramente provocar un cambio violento del poder.

En algún momento pareció que la situación podía cambiar antes de llegar a un punto de no retorno. El 21 de febrero el presidente Yanukóvich y los líderes de los principales partidos de la oposición firmaron un acuerdo en el que se proponía el desarme de los milicianos, la liberación de los edificios ocupados, la creación de un Gobierno de unidad nacional, el inicio de un proceso constituyente y la celebración de unas elecciones presidenciales antes de final de año. Sin embargo, a algunos ese escenario no les pareció lo suficientemente radical. Prosiguieron los ataques. Bajo la amenaza de la violencia física, el presidente Yanukóvich se vio obligado a abandonar Kiev, y luego, Ucrania. En Kiev dejó de haber una autoridad legítima. La violencia se convirtió en la norma de la vida política. En la Rada Suprema, los partidos que apoyaban la mayoría parlamentaria de Yanukóvich fueron colocados en una diana. A consecuencia de esto, la Rada quedó modificada, y en lugar del Gobierno de unidad nacional surgió el llamado "Gobierno de los vencedores". En él llevaban la batuta los que habían cometido el golpe armado: nacionalistas radicales que mantienen, según definición del Parlamento Europeo, "opiniones racistas, antisemitas", que odian todo lo ruso y que no ocultan que sus patriarcas ideológicos son los nazis ucranianos colaboracionistas.

No sorprende que la primera decisión de las nuevas autoridades fuera el cambio del estatus oficial de la lengua rusa, que es la que utilizan mayoritariamente los crimeos y los habitantes de las regiones del este y el sureste de Ucrania. Para estas regiones del país, Kiev comenzó a designar gobernadores que despertaban el rechazo de la población. En cuanto a Crimea, se profirieron amenazas directas de enviar a este territorio a los denominados "trenes de la amistad", consistentes en grupos de milicianos que continuarían con los ataques que habían emprendido en Kiev y en diversas regiones occidentales y centrales de Ucrania.

Todo esto creó una masa crítica que condujo a los crimeos a tomar una decisión salvadora sobre la autodeterminación y la unificación con Rusia. Hay que ser un misántropo para culparlos por ello.

Señor presidente:

A la vista de todo lo expuesto anteriormente, Rusia se opone al proyecto de resolución presentado a la Asamblea General. Este proyecto tiene un carácter de confrontación. El proyecto pretende cuestionar el significado del referéndum celebrado en Crimea, que ya ha desempeñado un papel histórico. Impugnarlo resulta contraproducente.

Con todo, señalamos que el proyecto contiene algunas disposiciones correctas. Por ejemplo, el llamamiento a renunciar a las acciones unilaterales y a la retórica virulenta, que pueden llevar a un incremento de la tensión. Creemos que para atender a este llamamiento no hace falta adoptar ninguna resolución. Solo hay que dejarse guiar por los intereses del pueblo ucraniano, los intereses del flujo normal de las relaciones internacionales. Esperemos que esta concepción prevalezca en nuestro debate actual y en el diálogo permanente en torno a Ucrania. Rusia participa en él de la forma más constructiva posible. Nuestro consejo es sencillo: exigir que se cumplan los acuerdos principales del 21 de febrero. Ucrania necesita un verdadero proceso constitutivo con participación de todas las fuerzas políticas civilizadas y de todas las regiones, que conduzca a la creación de unas condiciones en las que la gente no tenga que temer por su vida y su seguridad y pueda confiar en el ejercicio de sus derechos fundamentales.


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