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Entrevista concedida por Serguéi Lavrov, Ministro de Asuntos Exteriores de Rusia, a la Agencia de Noticias “Reuter”, 23 de diciembre de 2011

2052-23-12-2011

Pregunta: ¿En qué consisten las prioridades actuales de la política exterior de Rusia y cómo pueden ser en el futuro próximo?

Respuesta: Las prioridades de la política exterior de la Federación de Rusia en la etapa actual están expuestas con detalles en el Concepto de la Política Exterior de la Federación de Rusia aprobado por el Presidente Dmitri Medvédev en 2008.

Los principios fundamentales de nuestra política exterior son el pragmatismo, la apertura, la multivectorialidad y la promoción consecuente, pero sin confrontación, de los intereses nacionales comprensibles. Np sólo siguen siendo actuales sino que de hecho pasan a ser universales en las relaciones internacionales.

Nuestros enfoques de la etapa actual del desarrollo mundial, el ligar y el papel de Rusia en éste se reducen en forma concentrada al reconocimiento de la supremacía de los principios y normas básicos del Derecho Internacional en las relaciones entre los Estados y la necesidad de formar un orden mundial nuevo más justo y democrático. Hoy en día ya huelga demostrar lo evidente: ante nuestros ojos se está formando el sistema internacional policéntrico cuyo funcionamiento debe basarse en la cooperación de los Estados y las asociaciones de integración más importantes del mundo actual.

Nuestro país realiza una política independiente y predecible sin ocultar las divergencias pero también sin dramatizarlas. Entendemos que no a todos les gusta una Rusia fuerte y confiada. Pero para nosotros la independencia en la política exterior es una cuestión clave. Estamos abiertos para una cooperación pletórica y amistosa con todos los Estados en la medida en que están dispuestos a ello nuestros socios, por supuesto, sobre la base de la igualdad de derechos, el respeto mutuo y la ventaja mutua. Estamos apuntados a trabajar en común para consolidar la estabilidad global, garantizar un desarrollo sostenible, arreglar las situaciones conflictivas e intensificar la colaboración internacional productiva. Para nosotros son prioridades incondicionales la protección de la vida y la dignidad de los naturales rusos y el apoyo de los intereses del negocio ruso en el exterior.

Seguiremos procurando activamente que se consoliden los principios colectivos en los asuntos internacionales apoyándonos en el papel central de la ONU y su Consejo de Seguridad y que se profundice la cooperación multilateral, incluso en el marco de Grupo de los Veinte, BRICS y la OCS. Nos proponemos apoyar la agenda positiva unificadora actuando en las diversas direcciones. Entre éstas figura el incremento cualitativo de la integración con nuestros vecinos del espacio euroasiático. Al igual que los procesos de integración en otros países, ello está llamado a garantizar la estabilidad del orden mundial que se está formando ente nuestros ojos. Estamos convencidos de que hoy en día es un imperativo la formación del espacio de la paz y seguridad basado en los principios universales de la seguridad igual e indivisible, la confianza, la transparencia y la predecibilidad. Ello concierne a la Región Euroatlántica, la Región Asia–Pacífico y otras regiones del mundo.

Y lo último. Es obvio que en el mucho actual el status de Rusia, al igual que el de todo Estado, dependerá de la capacidad de asegurar el desarrollo interno progresivo y dinámico u llevar a cabo la modernización integral que abarque todos los aspectos de la vida de la sociedad. Por tanto es el objetivo más importante de la política exterior de Rusia sigue siendo la creación de las condiciones favorables al máximo para la prosperidad del país y los resultados concretos comprensibles para la gente.

Pregunta: ¿Cómo ve Rusia la perspectiva de colaborar más estrechamente con EE.UU. y la Unión Europea en los próximos años teniendo en cuenta el progreso alcanzado durante los últimos tiempos en algunas cuestiones y las divergencias que persisten?

Respuesta: La formación de las relaciones constructivas con EE.UU. basadas en el respeto mutuo y la consideración de los intereses de cada cual siempre ha sido uno de los derroteros clave de la política exterior rusa.

El los últimos años se ha hecho bastante para intensificar la colaboración. El diálogo ruso-estadounidense se ha hecho más de confianza y más práctico. Han sido alcanzados resultados prácticos entre los cuales figura la entrada en vigor del nuevo Tratado AEO y del Acuerdo de Cooperación en la Energía Nuclear con Fines Pacíficos, la institución de la Comisión Presidencial bilateral y la adhesión de Rusia a la Organización Mundial de Comercio.

Lo positivo acumulado permite continuar trabajando para intensificar la cooperación. Tenemos por adelante una agenda nutrida que prevé la profundización de la colaboración en el tramo de innovaciones y la creación de las condiciones favorables para los intercambios humanitarios, educacionales, científicos y culturales. Partimos de que la adhesión de Rusia a la OMC permitirá activar los contactos entre los empresarios rusos y estadounidenses y cambiar cualitativamente el conjunto de nuestros vínculos económicos. Por supuesto, se podrá cumplir esta tarea únicamente sin se levantan barreras artificiales que hasta la fecha existen de arte estadounidense, tales como la Enmienda Jackson-Vanik.

También se tendrá que buscar soluciones aceptables en cuanto a los temas sensibles, sobre todo la defensa antimisiles. De momento no podemos llegar a un diálogo constructivo, mientras que la formación de la DAM de la OTAN continúa sin tomar en consideración nuestras preocupaciones legítimas. En esta situación tanto más es necesario formalizar jurídicamente las garantías de los medios antimisiles que se despliegan en Europa contra las fuerzas nucleares estratégicas rusas. Rusia está dispuesta a discutir constructivamente todos los problemas, incluso los más complicados, por supuesto, teniendo en cuenta que nuestros intereses nacionales se tomen en consideración en plena medida. Esperamos que los socios estadounidenses manifiesten asimismo un enfoque sensato y responsable.

En lo que respecta a las relaciones de Rusia con la UE, nos esforzamos por avanzar lo máximo posible, abarcar la gama más amplia de temas y llegar a un nivel cualitativamente nuevo de la colaboración estratégica.

Hemos logrado muchas cosas. En el ámbito económico y comercial la UE ocupó firmemente el lugar del socio más grande de Rusia, se convirtió en el mercado principal de los energéticos rusos y una fuente importante de tecnologías e inversiones. Colaboramos activamente en el formato bilateral y en el marco del Grupo de los Veinte en la estabilización del sistema financiero y económico.

La adhesión de Rusia a la OMC abrirá para nuestros hombres de negocios posibilidades adicionales en Europa y a la vez facilitará el acceso de los operadores económicos de la Unión Europea no sólo al mercado ruso sino también a los mercados de Bielorrusia y Kazajistán como miembros de la Unión Aduanera.

En este mismo contexto contemplamos la iniciativa conjunta Rusia–UE "Asociación para la Modernización" llamada a reforzar el componente innovador de nuestras economías y consolidar sus posiciones en el mundo actual de alta competitividad. Importa intentar integrar los potenciales tecnológicos y económicos de ambas partes.

Se desarrolla activamente nuestra cooperación en la política exterior. Ya hoy en día Rusia y la UE colaboran en el arreglo de los conflictos y crisis regionales, luchan en común contra los piratas cerca de la costa del Cuerno Africano, superan los efectos de las situaciones de emergencia y entablan contactos en materia técnico-militar. Y no es un límite, ni mucho menos. Estamos interesados en la formación de los mecanismos permanentes de reacción operativa que permitan seguir en común y neutralizar las crisis que surgen, tomar decisiones conjuntas y plasmarlas.

El tema más sensible para nuestra gente es la supresión de las limitaciones de visados para los viajes a corto plazo a los países de la Unión Europea. En la Cumbre Rusia–UE celebrada los días 14 y 15 de diciembre en Bruselas se dio luz verde a la realización de la Lista de Pasos Conjuntos cuya implementación permitirá pasar a la redacción del acuerdo sobre el régimen de viajes sin visados. Se tendrá que resolver en común gran número de problemas técnicos, incluidos los relacionados con la garantía de la impenetrabilidad de las fronteras para la delincuencia organizada, la trata de personas y el narcotráfico. Rusia está lista para la libertad de desplazamiento de los naturales de nuestros países. Esperamos que la UE también manifieste un enfoque constructivo que responda al espíritu de nuestra colaboración estratégica.

Tal y como usted ha mencionado con razón, en las relaciones Rusia–UE persisten divergencias determinadas. No las dramatizamos, pues los intereses no pueden coincidir en 100 por ciento. Otra cosa es que las divergencias en varios casos están condicionadas por las tentativas de proyectar las modificaciones en la legislación de la UE a terceros países, Rusia inclusive. Entre los ejemplos negativos figuran la resolución negativa de la UE de insertar la aviación civil en el sistema europeo del comercio de las cuotas de las expulsiones de gases de invernadero, así como el tristemente conocido el Tercer Paquete Energético de la UE, las tentativas de la implementación agresiva y retrospectiva del cual ya tocan los intereses de las compañías rusas. A propósito sea dicho, en materia energética nuestra interdependencia con la UE es la más alta, y esto no es un obstáculo sino, por el contrario, un catalizador de nuestra cooperación. Pienso que todos los problemas podrían resolverse, de haber el deseo, tal como lo hacen los socios, teniendo en cuenta los intereses fundados de las partes sin una politización excesiva.

El potencial para el acercamiento de Rusia y la UE no está agotado. Nuestro objetivo consiste en una colaboración estratégica genuina sobre la base de los cuatro espacios comunes pletóricos. Estamos convencidos de que es necesario hacer todo lo posible para que la cooperación Rusia–UE entre en niveles nuevos y que el diálogo mutuamente beneficioso y equitativo se desarrolle en beneficio de las futuras generaciones.

Pregunta: ¿Cómo aprecia Rusia los cambios actuales en los países del Cercano Oriente y África del Norte y qué papel Moscú se atribuye en aquellas regiones?

Respuesta: A lo largo del año saliente hemos seguido atentamente la marcha de los procesos dramáticos que tocaron el Cercano Oriente y África del Norte. Por ahora están lejos de concluirse, y por tanto difícilmente tenga el sentido de evaluarlos definitivamente. Más bien se puede tratar de tendencias perfiladas.

Desde el principio hemos apoyado la aspiración de los pueblos de la Región a una vida mejor y a la promoción de las reformas democráticas y la prosperidad. Al mismo tiempo, difícilmente se pueda afirmar que se ha logrado superar las causas políticas, sociales, económicas y otras que llevaron a las revoluciones árabes. Por el contrario, en los países pertinentes se registran la reducción de los indicadores del desarrollo económico y el crecimiento de las contradicciones sociales que la acompaña. No es sencillo el proceso político. Con este telón de fondo se refuerzan las posiciones de los partidos islamistas cuyo testimonio son las elecciones en varios Estados de África del Norte.

Hay serios temores de que en la Región surjan zonas nuevas de inestabilidad que pueden ser fuentes potenciales de los desafíos a la estabilidad y seguridad en el mundo, tales como la extensión del terrorismo, el contrabando de armas, el narconegocio y la migración ilegal.

Suscitan una preocupación especial los intentos de aportar al enfrentamiento regional el facto religioso. Son frecuentes los casos de ataques a los cristianos y sus templos. Y si sucede una división abierta entre los sunitas y los xiítas (y es bien real esta amenaza), las consecuencias serán catastróficas.

La presencia de Rusia en aquella Región tradicionalmente estaba apuntada no a la provocación de la confrontación sino a la asistencia a los procesos estabilizadores. Nos proponemos continuar defendiendo activamente nuestros enfoques de principio de la situación regional. Hemos subrayado reiteradamente la necesidad de atenerse al camino pacífico para realizar las aspiraciones legítimas de los pueblos del Cercano Oriente y África del Norte mediante el amplio diálogo nacional, sin una intervención desde el exterior. Este enfoque se inscribe totalmente en las normas del Derecho Internacional.

Desde el comienzo de las transformaciones en la Región una de las exigencias principales de la comunidad mundial, Rusia inclusive, fue el respeto de los derechos humanos y el fin de la violencia. En esta cuestión no puede haber dobles estándares con respecto a tal o cual participante en el conflicto. Por ejemplo, siempre llamamos a que las autoridades sirias pongan inmediatamente fin a la violencia con respecto a los manifestantes pacíficos. Más aún, hemos presentado al Consejo de Seguridad de la ONU el proyecto de resolución que condena el uso de la fuerza en Siria, pero, además, de ambas partes, para que los grupos extremistas que actúan allí también dejen de recurrir a la táctica de provocaciones armadas continuas de las cuales también mueren las personas.

De lo contario, si cerramos los ojos ante esta parte de la verdad, la situación puede deslizarse a lo que vimos en Libia. Allí los países occidentales se aprovecharon de la consigna de la protección de los civiles para derrocar el régimen de Muammar Gaddafi habiendo tergiversado burdamente el mandato e la Resolución 1973 y habiendo apoyado una de las partes en la guerra civil en que murieron miles de libios. Estamos categóricamente en contra de los llamamientos de algunos socios nuestros a hacer uso del "precedente libio" para arreglar los otros conflictos. Si queremos usar un modelo, sin duda, debe ser la experiencia de la solución de la crisis política interna en Yemen donde todos los jugadores externos trabajaban pacientemente y sin ultimátum con todas las partes estimulándolas a los compromisos. Se debe actuar así también en el caso de Siria.

Estamos dispuestos a consolidar nuestras relaciones tradicionalmente amistosas con todos los Estados del Cercano Oriente y África del Norte. Partimos de que su desarrollo responde a nuestros intereses comunes.


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