Entrevista del Ministro de Asuntos Exteriores de Rusia, Serguéi Lavrov, para “Rossiyskaya gazeta”, Moscú 19 de noviembre de 2013
Pregunta: Con demasiada frecuencia en los últimos meses se han producido ataques a las misiones diplomáticas rusas y a los propios diplomáticos rusos. Desde la evacuación de la Embajada en Libia, toda la epopeya en Holanda con nuestro diplomático y ahora los nacionalistas han atacado la misión diplomática rusa en Varsovia. ¿Acaso Moscú tiene que tomar nota para reaccionar en situaciones de emergencia semejantes? ¿Es posible que haya que copiar la experiencia de los estadounidenses y reforzar el cerco de protección de nuestras embajadas, por ejemplo, con comandos especiales?
Serguéi Lavrov: Estos problemas tienen distintos filos. Efectivamente, todo proceso comienza con la reflexión sobre qué tipo de pensamientos han podido dar lugar a eso. Si lo analizamos desde el punto de vista psicológico, en cuanto a la posibilidad de azuzar a la multitud, incluso admitiendo que se ignorara absolutamente el estatus de la institución diplomática, lo que yo veo aquí es el resultado del debilitamiento activo, que lleva ya años dándose, de las bases del derecho internacional. Esto fue lo que pasó en la antigua Yugoslavia, cuando vulnerando la Carta de las Naciones Unidas y los principios fundamentales de la OSCE de uno de los miembros de esta organización, otros de los miembros le bombardearon sin ningún tipo de fundamento jurídico. Igual pasó en Irak, y en Libia.
Ahora mismo continúan las discusiones sobre cómo hay que combatir. La verdad es que, al fin y al cabo, existe un derecho internacional que en gran parte está dedicado a las leyes sobre la guerra. No obstante, empezando por Yugoslavia se ha extendido el uso de términos como "daños colaterales". Dicen, hemos bombardeado un objetivo legítimo, el hecho de que haya muerto población civil es algo que pasa. Esto me recuerda a que cierta personalidad, en una situación determinada, dijo que era necesario incendiar el mundo para que muriera la mitad de la humanidad, así después la segunda mitad disfrutaría del experimento. Naturalmente, estas cosas son de otro orden, pero la mentalidad es la misma.
El uso de vehículos aéreos no pilotados lleva a numerosos errores, cuyo precio es la vida humana. Un día destruyen una boda, como otro día bombardean a ciudadanos pacíficos a quienes toman por terroristas o sus cómplices. Son ejemplos de cómo se toma a la ligera el derecho internacional. No obstante, existen ciertos conceptos que no tienen nada que ver con los principios de la Carta de las Naciones Unidas.
Tomemos como ejemplo la responsabilidad de la protección. Si alguien en algún lugar ofende a un gobierno, estamos obligados a defenderlo. En Libia, se ha protegido a la población civil. Es un ejemplo clásico en el que se ha tergiversado de manera perversa el mandato recibido del Consejo de Seguridad de la ONU para garantizar una zona de exclusión aérea, simplemente para intervenir en la guerra bajo la bandera de la protección a la población civil. Nadie quiere hacer el recuento del número de víctimas de la población civil que supuso el bombardeo de la OTAN.
De todas formas, la responsabilidad de la protección es un tema que, si se discute seriamente, plantea una pregunta: ¿Se trata de un derecho o de una obligación? Cuando un país rico con recursos naturales se encuentra con una situación así, nuestros colegas occidentales declaran que no hay que tener paciencia y lo invaden, ya sea por aire como incluso con el uso de tropas terrestres. En cambio, cuando un país pobre cuya población sufre, según dicen, la opresión del gobierno, clama por una ayuda, nadie hace nada. Esto parece que es una guerra a la carta. Es decir, existe una especie de "menú" en donde se puede elegir. Entonces, si se trata de una responsabilidad ¿cuáles son los criterios de una invasión? ¿Cuál es el número de víctimas entre la población civil que se puede tolerar? ¿Cien, mil? Entienda que no tiene sentido. Desde el momento en que se empieza a hablar con estas categorías concretas, los argumentos se desvanecen. Por eso insistimos en que el uso legítimo de la fuerza tan sólo puede venir dado en dos casos que están establecidos en la Carta de las Naciones Unidas: autodefensa (ya sea individual o colectiva) y por resolución del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.
Este mismo concepto de responsabilidad de la protección fue discutido en el año 2005. Hubo un debate: ¿era en beneficio de la paz o era necesario pensarlo más? Se adoptó una declaración en la que se redactó lo siguiente: cuando se produce un crimen de genocidio, un crimen contra la humanidad, la comunidad mundial tiene el derecho a intervenir, y eso incluye el uso de la fuerza. Pero, a continuación, fíjese bien, se añadía: específicamente, por especial resolución del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. De modo que se adoptó por consenso este concepto bajo los principios por los que se rige el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.
Pregunta: Pero, ¿cómo influye el aumento del número de ejemplos de una relación licenciosa, incluso de desprecio hacia el derecho internacional, en los ataques a las representaciones diplomáticas de Rusia?
Serguéi Lavrov: Hemos tenido casos, como ha mencionado usted correctamente, en Holanda y en Qatar. A mediados de la década del 2000 fueron secuestrados y ajusticiados cinco funcionarios de la embajada rusa en Irak. Ahora está el ejemplo de Polonia.
He escuchado en las noticias de la televisión como comentan esta situación en nuestro país y en el extranjero. Uno de los comisarios de la policía alemana, responsable de la seguridad de la sede diplomática en Berlín, afirmó que en caso de que la policía alemana recibiera la petición para celebrar una manifestación cerca del perímetro del territorio de la embajada de un país importante (no mencionó que tuviera que ser necesariamente Rusia o China), no permitiría esa ruta, y dirigiría a los manifestantes por un camino alternativo, que no supusiera riesgos del contacto directo entre la multitud y las vallas de la misión diplomática.
Hemos elogiado la reacción del gobierno polaco. Se presentó una disculpa oficial a la parte rusa y se envió la nota correspondiente. Apreciamos la promesa de que aumentarán la vigilancia para garantizar la seguridad de nuestra embajada. No obstante, en la víspera de esta manifestación advertimos a nuestros colegas polacos (a la policía y a otras estructuras competentes) de que se trataba de una ocasión arriesgada. Solicitamos que se reforzara la seguridad, pero nos comunicaron que todo estaría en orden. Sin embargo, como usted ya sabe, el orden lució por su ausencia.
Pregunta: Así que, ¿es posible que tengamos que reforzar la seguridad de nuestras embajadas con comandos especiales o con infantería de marina?
Serguéi Lavrov: Durante los últimos diez años hemos aplicado la práctica de que se ocuparan de la seguridad de las embajadas el personal del servicio de guardia de fronteras del Servicio de Seguridad de la Federación de Rusia. Antes, en la mayoría de los países, sobre todo en los países pequeños, las embajadas estaban custodiadas por civiles contratados como vigilantes. No estaban ni siquiera armados. Por decirlo de otra forma, era personal con un contrato temporal que colaboraba con las instituciones rusas en el extranjero. Los guardias de fronteras son gente que se envía al extranjero como parte de su servicio militar.
En aquellos países en los que existe una situación político-militar peligrosa, en los que la criminalidad representa una seria amenaza, tenemos comandos especiales. Entre ellos podemos mencionar Libia, Irak, entre otros. Naturalmente, con el consentimiento del país para su presencia.
Hace pocos años, se elaboró un plan para reforzar la seguridad de las instituciones rusas en el extranjero. Calculamos junto con los especialistas qué contingente de colaboradores entre los comandos especiales necesitaríamos. Unos cuantos cientos de personas. Ahora mismo hay pocos. Vamos resolviendo estas cuestiones. Recibimos un apoyo fundamental del gobierno de Rusia. Espero que se solucione el aspecto financiero de esta cuestión.
Pregunta: Últimamente, el formato "dos más dos" parece que está cada vez más de moda en las reuniones de los jefes del Ministro de Asuntos Exteriores y los ministros de defensa. Este formato ha sido todo un éxito en las relaciones ruso-estadounidenses, con Francia y con Italia. Hace poco se mantuvieron por primera vez conversaciones similares con Tokio. Y, sin ir más lejos, la semana pasada, usted y Serguei Shoigu visitaron El Cairo. ¿Qué es lo que pasa? ¿Se trata de una militarización de la política exterior de Rusia? ¿O es que están aprendiendo a ser diplomáticos al máximo los militares rusos?
Serguéi Lavrov: Es una variante en la que para el Estado es más beneficioso coordinar los planes militares y la diplomacia. ¿La rechaza? Seguramente porque es contradictoria. Por una parte, a finales del siglo pasado y principios de este, se proclamaba que la importancia del factor de la fuerza en los asuntos internacionales se estaba reduciendo, que estaba disminuyendo, porque nadie quería ya más guerras. Así que había que apoyarse en acuerdos y la cooperación pacífica. Pero después sucedió lo de Yugoslavia, Irak y Afganistán. La cuestión era una clara invasión desde el territorio de Afganistán a un Estado-miembro de las Naciones Unidas. A continuación, fue Libia. Ahora el factor de la fuerza se ha impuesto: era ingenuo presuponer que la humanidad en el siglo XXI iba a estar tan ilustrada que el pensamiento no iba a permitir aniquilar, matar y destruirse unos a otros como antes. Como puede comprobar, es justo al revés.
En estos momentos, es muy importante reducir al mínimo la amenaza del abuso de la fuerza en los asuntos internacionales. Es necesario discriminar e identificar su origen. Y, claro está, me refiero a los terroristas. "Al Qaeda", no le quepa la menor duda, tiene planes concretos de conquistar todo el mundo y crear un Califato. Tal como lo ha demostrado Siria, cuentan con una red absolutamente organizada provista de soldados en prácticamente cualquier país. Ahora mismo están luchando en la República Árabe de Siria indostaníes, malayos, gente de la mitad de los países de Europa, procedentes de nuestro Cáucaso Norte, de Latinoamérica, de EE.UU. y de Inglaterra. Por tanto, hay como una especie de red en comunicación. Cuentan con sus canales para financiarse y abastecerse de armas. Tienen un estrecho contacto con los narcotraficantes –es una de las fuentes principales de financiación del terrorismo. A esto se une los espléndidos donativos que entregan los patrocinadores a sus clientes. Lo principal sería que este factor de fuerza en los asuntos internacionales quedara aislado. Que las grandes potencias no se pusieran a la altura de los extremistas y, en suma, respetaran los límites que sobre el uso de la fuerza están establecidos en la Carta de las Naciones Unidas. Es algo de completa actualidad ahora en que no se apaciguan los que quieren bombardear Siria. También es una amenaza muy seria la perspectiva de atacar Irán.
Pregunta: Muchos expertos opinan que en Yugoslavia nos dimos un batacazo. En cambio, las negociaciones en torno a Siria, al parecer, han dado un giro a las cosas. ¿Qué está pasando en realidad? ¿Acaso han reconocido por fin los países de occidente que sin Rusia es imposible resolver una serie de cuestiones en los asuntos internacionales?
Respuesta: Se trata de una combinación de factores. No estoy de acuerdo con quienes consideran que en los Balcanes, durante la crisis yugoslava, nos diéramos ningún batacazo. Nos hemos comportado con dignidad.
Aunque yo no tuve relación con ello, aquella marcha desde Eslavonia oriental al aeropuerto de Slatina fue una experiencia aleccionadora.
Por supuesto, lo que sí que fue un batacazo fue la decisión de bombardear Yugoslavia.
Dentro de unos días, me reuniré en Bruselas con los representantes de la Unión Europea. Siempre que me reúno con ellos me acuerdo de un hecho. En el mes de enero de 1999, el representante especial de la OSCE para Kosovo era William Walker. Entonces tuvo lugar el incidente de Račak en el que se descubrieron decenas de cadáveres. Él acudió allí y, sin tener ninguna capacidad de sacar conclusiones sobre lo que había sucedido, declaró que esta masacre había sido organizada por las guerrillas servias que, después de disparar a quemarropa a 37 civiles, habían masacrado a la población. Tony Blair declaró entonces que se le estaba acabando la paciencia, y después, Bill Clinton. Al poco tiempo empezaron a bombardear.
De manera que la situación de Račak fue como una especie de gatillo. Nosotros insistimos en que se investigara. En la Unión Europea se ocuparon de la investigación. Encargaron el informe a un grupo de médicos forenses finlandés. Prepararon el informe y lo entregaron en la Unión Europea, y la Unión Europea se lo entregó al Tribunal Internacional para la antigua Yugoslavia. Yo por entonces estaba trabajando en Nueva York y le pedí al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas que nos facilitara dicho informe, ya que el uso de la fuerza sin la sanción del Consejo de Seguridad en gran medida se había apoyado en los hechos, cuya investigación era el objeto de aquel informe. La Unión Europea contestó que ya estaba en manos del Tribunal. En conclusión, tan solo nos proporcionaron un resumen del informe, del que no se entendía nada. No obstante, en la prensa se filtró parte del informe, en concreto, los párrafos donde se decía que no eran civiles, y que se les había cambiado la ropa a los cadáveres que se habían descubierto en Račak; que los agujeros de las balas en la ropa no coincidían con las heridas. Y no hubo nadie que fuera disparado a quemarropa. Pero desde entonces, a pesar de que planteo la misma petición, no se me muestra el informe.
En lo que se refiere a las conversaciones sobre Siria, bajo mi punto de vista, les afecta la acumulación de cansancio y negatividad en la opinión pública de los países de occidente después de Yugoslavia, Irak y Afganistán. Irak está abandonado, después de dejarlo en una situación bastante más deteriorada que la que había antes de la invasión. En Afganistán, pasará lo mismo. Limitándonos a los narcóticos, la producción de drogas se ha multiplicado por 10 o por 15 desde que se desplegaron las tropas.
Libia también nos impresiona a todos. La población civil no se rige bajo ningún control. El país está de hecho dividido en tres provincias, donde los "niños soldados" discuten entre sí con las armas en la mano.
Pregunta: Rusia ha impulsado notablemente su presencia en el espacio de la antigua Unión soviética. Ante esto, Occidente, evidentemente, recela por la competencia y acusa constantemente a Rusia de revivir las ambiciones imperiales. ¿Cómo responde a tales acusaciones?
Serguéi Lavrov: Me admira que los planes de Rusia en el espacio de la Antigua Unión Soviética sean contemplados con esa visión tan distorsionada de la realidad. Tenemos un ejemplo claro –la reciente noticia en el diario "Foreing Affairs" con el título "La Seducción de Georges Bush". Este tipo de fantasías, por decirlo suavemente, no sólo está en la cabeza los ciudadanos, sino también en los lectores respetables de este diario.
Pregunta: Hace poco ha estado en Egipto. Los expertos han hablado sobre los impresionantes planes de El Cairo en cuanto a comprar equipos rusos, así como la posibilidad de construir una base militar en el territorio de Egipto. ¿Es así efectivamente?
Serguéi Lavrov: Hoy en día, Rusia se basa en el pragmatismo. Egipto es una gran potencia. Con Hosni Mubarak manteníamos unas relaciones empresariales y estratégicas. Había muchos planes. Éramos, y seguimos siendo, un importante "proveedor" de turistas a Egipto. Rusia es además un importante exportador de grano para Egipto, tan necesario para ellos. Manifestaban su interés en cooperar en el sector de la energía, y en que hubiera un intercambio entre universidades, algo que también ha sido muy importante para nosotros. Teníamos previsto crear una zona industrial conjunta. También mostraban interés por una cooperación técnico-militar.
Luego, tras la revolución, tampoco interrumpimos nuestras relaciones con El Cairo. Fui a Egipto cuando fue elegido como presidente Mohamed Morsi. Asimismo, Mohamed Morsi vino a Rusia. No sé por qué, entonces, a nadie le preocupaba lo que pudieran hablar los rusos con Mohamed Morsi. En cambio ahora, cuando hemos hecho una visita al gobierno interino, de la misma forma que visitamos al anterior gobierno de transición, y al presidente elegido entonces, el portavoz del Departamento de Estado en una nota informativa señaló: "Nos preguntamos para qué fin han ido Lavrov y Shoigu a Egipto". ¿Qué quiere que le diga? Simplemente puedo alzar las manos.
Somos amigos del pueblo egipcio; y el pueblo egipcio se lleva bien con nosotros. Por lo demás, tenemos una gran empresa por delante y estamos dispuestos a conceder créditos para distintos proyectos. En particular, se disponen a desarrollar programas de energía nuclear, y nosotros somos enormemente competitivos en éste y en otros sectores. Esa es la respuesta.
Y en cuanto a la base, seguramente se ha exagerado. También llaman a Tartus una base naval. Pero no es una base, sino una instalación militar en la que amarramos y repostamos nuestros barcos que están de servicio en el mar Mediterráneo. Queremos estar en el mar Mediterráneo –para Rusia es importante, con vistas a entender lo que está sucediendo ahí y reforzar nuestras posiciones. Estados Unidos tiene una enorme flota allí, y también los franceses y otros países. Los expertos, simplemente, lo que están tratando de hacer es azuzar el sensacionalismo. Es decir, dicen, Rusia se pone de acuerdo con Egipto en las barbas de EE.UU. Pero esto no es correcto, ya que Estados Unidos nunca perderá su influencia. Y los egipcios entienden esto de maravilla, lo único que quieren es que EE.UU. deje de entender las relaciones de Egipto y Rusia como una acción antiamericana. Esta es la diferencia con el nuevo gobierno. Hablan de ello en público.
Pregunta de un periodista estadounidense (traducción del inglés): En Rusia es un problema escabroso la migración y el nacionalismo. Desde el punto de vista del gobierno ruso, la inmigración proveniente de Asia Central y la inmigración de musulmanes ¿constituye un problema para la seguridad y la economía del país?
Serguéi Lavrov (traducción del inglés): Rusia tiene experiencia en la convivencia entre eslavos y otros grupos étnicos. Los cristianos y los musulmanes han poblado la tierra rusa durante siglos. El Islam es parte del país, de su sociedad y de su cultura. No será casualidad si le pregunta a un ruso cuál es su plato favorito y le contesta que el "shashlik" que no es en absoluto ruso.
La sociedad rusa desde los tiempos del imperio ruso y de la Unión Soviética se ha desarrollado como una comunidad multiétnica y multinacional, completamente tolerante. Si es verdad que de vez en cuando han surgido conflictos, pero nunca serios. Recientemente, la situación es más de actualidad por motivo de la migración.
Durante el período del "capitalismo salvaje", por el que pasaron los países occidentales antes que Rusia, este era un tema que se ignoraba completamente. Las empresas estaban interesadas en utilizar una mano de obra barata, indocumentada e ilegal. Se mantenía a esas personas en condiciones totalmente inhumanas. Se les pagaba mal o nada en absoluto. A muchos se les quitó el pasaporte. Se les mantenía en un régimen casi de esclavitud.
Hace unos años, el gobierno empezó a poner orden en este proceso. Firmamos acuerdos con los países de los que provenía el mayor flujo de inmigrantes. Entre ellos los países de Asia Central, Moldavia, Ucrania y Bielorrusia. De esta manera, tratamos de establecer la cuota de personas que pueden venir al año de estos países a trabajar en Rusia. A su vez, se permite que los inmigrantes conozcan cuáles son las obligaciones que tienen los rusos. En particular, la persona que contrate debe registrar a cualquier extranjero y pagarle un salario según el baremo establecido en Rusia, además de proporcionarle un alojamiento que sea aceptable según los criterios de las autoridades sanitarias de la región correspondiente.
Quienes llegaron a Rusia de manera ilegal deben abandonar el país y volver de nuevo cumpliendo el código civil. Pero son pocos los que están dispuestos a actuar así. Por otra parte, durante el período de su estancia ilegal en Rusia los estafadores tratan de engañarles aprovechándose de su vulnerabilidad como trabajadores ilegales y ocultos, recurriendo al chantaje y al delito. El problema de la emigración es un problema enorme, que se ignoraba por completo en la década de 1990.
En mi opinión, las medidas legislativas generales que se están adoptando en este momento, tales como mejorar las leyes y elaborar mecanismos de cooperación prácticos entre las agencias de migración rusas y sus colegas en los países de origen, puede ayudar a aliviar la situación, aunque no es algo instantáneo.
Pregunta: ¿Se podría escribir que el 80º aniversario del establecimiento de las relaciones diplomáticas entre Rusia y EE.UU. que se celebró hace unos días, se festejó con un "Desayuno de trabajo" en el "Rossiyskaya gazeta" en presencia de los periodistas rusos y americanos?
Serguéi Lavrov: En relación con esto puedo sacar a colación un hecho interesante. En 1933, Maxim Litvinov y Franklin Roosevelt hicieron un intercambio de misivas en Washington, con el que querían expresar el restablecimiento de las relaciones diplomáticas, que se habían roto tras el Levantamiento o la Revolución de Octubre, como quiera llamarlo. La carta de Litvinov, aparte de las palabras en cuanto a la satisfacción de recuperar las relaciones diplomáticas, afirmaba que Rusia asumía la obligación de no interferir en los asuntos internos de EE.UU., no apoyar a ningún grupo que intentara cambiar la estructura social que existía en EE.UU., en particular, recurriendo a la fuerza, evitar la propaganda que pudiera actuar en esta dirección y, en general, respetar plenamente la soberanía y el derecho de Estados Unidos a resolver cualquier asunto en su territorio. En cuanto a la carta que entregó Franklin Roosevelt a Maxim Litvinov, expresaba la misma obligación de no interferir en los asuntos internos de este país.