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Comentario del Departamento de Información y Prensa del Ministerio ruso de Asuntos Exteriores sobre el aniversario de la confabulación de Munich

1771-30-09-2016

El 30 de septiembre es una de las fechas más trágicas en la historia del siglo XX. Aquel día de 1938, los primeros ministros de Gran Bretaña y Francia, Neville Chamberlain y Edouard Daladier, por una parte, y Adolfo Hitler y Benito Mussolini, por la otra, firmaron en Muncih un pacto sobre el traspaso a Alemania de la provincia de los Sedetes de Checoslovaquia. Los representantes de Checoslovaquia fueron invitados a la sala para suscribir este documento bajo presión. Este pacto pasó a la historia bajo el nombre de “confabulación de Munich”. Posteriormente, Polonia y Hungría ocuparon otras regiones de Checoslovaquia.

La confabulación de Munich, de hecho, fue la capitulación de los países de Europa Occidental ante el nazismo. Al negarse a contrarrestar junto con la URSS el nacionalsocialismo alemán, los líderes de los países más desarrollados de Europa Occidental decidieron pacificar al agresor buscando desviar la amenaza de sí mismos y dirigir la maquinaria bélica alemana hacia el Este. Aquel mismo día, el 30 de septiembre, Neville Chamberlain firmó la Declaración de no Agresión con Hitler, y el 6 de diciembre de 1938, el ministro alemán de Asuntos Exteriores, Joachim von Ribbentrop, firmó una declaración similar con su homólogo francés,  Georges-Étienne Bonnet.

La connivencia de los países occidentales con Hitler le permitió desatar la Segunda Guerra Mundial que trajo sufrimientos innumerables a toda la humanidad, especialmente, a los pueblos de la antigua URSS, y conllevó violaciones sin precedente de los derechos humanos  y libertades.

Fue necesario que todas las fuerzas progresivas aplicase inmensos esfuerzos y que se crease la coalición antihitleriana para oponer resistencia al agresor, derrotar a Hitler y liberar a Europa. La ideología antihumana y la práctica del nazismo incompatibles con el respeto de derechos humanos fueron condenadas por el Tribunal de Núremberg. El recuerdo sobre la confabulación de Munich debe servir de aviso sobre las posibles consecuencias del coqueteo con el nazismo y la connivencia con el neonazismo que renace de nuevo en varios países europeos.