Entrevista del ministro de Asuntos Exteriores de Rusia, Serguéi Lavrov, a la radio Sputnik Kirguizistán, la ciudad de Biskek, 16 de septiembre de 2016
Pregunta: Señor ministro, me alegro mucho de saludarle, ya ha estado usted en nuestro estudio Levitán en Moscú, en el gabinete de prensa multimediático de la Agencia de Información Internacional Rossiya Segodnya, en Zubovsky bulevar. Y ahora nos encontramos aquí, en Biskek. ¿Qué tal le parece nuestro estudio de aquí?
Respuesta: Es verdad que los locales de aquí no son tan amplios como en Moscú, pero todo es muy moderno, dotado de altas tecnologías. Estoy seguro de que trabajar aquí es interesante y cómodo.
Pregunta: Sí, también esperamos que es así para nuestros colegas en Kirguizistán. Actualmente aquí es, por supuesto, más agradable que en Moscú, al menos porque hace buen tiempo.
Respuesta: Es cierto. El tiempo en Moscú hoy ha sido horrible. Se desencadenó una tormenta.
Pregunta: Sí, nos informaron de ello. Nuestra tarea es traer de aquí un trocito de verano. Y ahora sobre temas más serios. Me gustaría preguntarle sobre la seguridad internacional. Todo el mundo está discutiendo Siria. Que yo sepa, uno de los temas centrales de la sesión de los cancilleres de la CEI fue la concordancia del programa de cooperación en la lucha contra el terrorismo para el periodo del 2017 al 2019. Sabemos que a finales de agosto en Biskek tuvo lugar un atentado contra la embajada de China. Actualmente la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS) está llevando a cabo simulacros antiterroristas en el lago Issyk-Kul. ¿Cómo se desarrolla el trabajo destinado a la lucha contra el terrorismo internacional en el marco de la CEI?
Respuesta: La CEI cuenta con un Centro de Lucha contra el Terrorismo. Ha dicho correctamente usted; este problema hay que resolverlo de manera integral. Por un lado, hace falta elevar por todos los métodos posibles la eficacia de las operaciones antiterroristas concretas, por otro lado, cabe afianzar, ampliar y universalizar la base legal que obligue a todos los países a reaccionar a amenazas concretas y hacerlo en conformidad con el derecho internacional y la Carta de la ONU, y no intentar aprovecharse de la lucha contra el terrorismo para, bajo este pretexto, reprimir a los de opinión distinta, cambiar el régimen, como fue en Iraq y Libia y como lo intentan hacer ahora en la República Árabe Siria.
Hoy en la sesión del Consejo de ministros de Asuntos Exteriores de la CEI, hemos preparado un proyecto de programa para la lucha contra el terrorismo y extremismo violento, hemos elaborado una declaración bien fuerte de los jefes de Estados que, como esperamos, la aprueben esta tarde. Acaba de mencionar usted las actividades de las organizaciones amistosas, como la OCS. Se llevan a cabo simulacros antiterroristas. Ahora es la tarea principal, tomando en consideración la actividad del llamado Estado Islámico que usurpó grandes territorios en Siria, Iraq, Libia y ya extiende sus tentáculos hasta Afganistán. Se están instalando en el norte de Afganistán, muy cerca de las fronteras de la CEI, la OTSC, nuestros socios en Asia Central.
Tras trabajar en este campo tan negativo en estas regiones, (los extremistas del EI) vuelven a Europa (es que en sus filas están numerosos ciudadanos de países europeos, de la ex Unión Soviética), para la que tienen preparados sus planes sucios. Es muy importante tener arreglada la coordinación al respecto. La CEI, OCS, OTSC no podrán con ello a solas, aunque dentro de las zonas de su responsabilidad todas estas estructuras llevan una carga enorme y resuelven las tareas importantes, neutralizando, previniendo cada vez más atentados.
Ahora todo tiene carácter global: la economía, el comercio, el terrorismo se hacen un problema internacional a nivel global. Precisamente por eso en septiembre pasado el presidente de la Federación de Rusia, Vladímir Putin, propuso en la Asamblea General de la ONU crear un frente mundial común para la lucha contra el terrorismo. Para ello hay que superar muchas barreras y costumbres que persisten en la mentalidad de nuestros socios occidentales. Al menos, hasta hace poco les parecía que lo importante es no permitir que Rusia se desencogiera de hombros, contener y contrarrestarla. Creían que en cierta etapa hasta era admisible sacrificar la lucha antiterrorista, afiliándose, en ciertas situaciones, con grupos extremistas, siempre y cuando éstos pudieran debilitar a los socios de Rusia, por ejemplo Irán o Siria. Ya es evidente para todos que es un camino a la vía muerta, es pegarse un tiro no en el pie ya, sino en la cabeza.
Nuestros colegas estadounidenses deberían haber sacado una lección correspondiente de los eventos de hace treinta años, cuando la URSS estaba en Afganistán. Por dañarla a la URSS, EEUU creó a los muyahidínes de los que creció luego el movimiento Al-Qaeda. Luego, el 11 de septiembre de 2001, Al-Qaeda asestó un golpe horrible a EEUU. Les recordaré que el primero en ofrecer la ayuda fue el presidente de Rusia, Vladímir Putin. Podríamos haber creado el frente común de la lucha contra el terrorismo entonces ya, pero, por desgracia, aquella tragedia no sirvió para sacar lecciones.
Ahora lo que observamos en la crisis siria que menciona usted es que la mayoría de nuestros socios occidentales y sus aliados en la región del Oriente Próximo y África del Norte no pueden determinar prioridades. Para ellos la prioridad es quitarle al “dictador”, como le llaman a Bashar Asad, solo porque en 2011, cuando en Siria empezaron las turbulencias, pensaron que Asad seguiría pronto el camino de Muamar Gadafi, al quien liquidaron con una infracción más grosera de la resolución del Consejo de Seguridad de la ONU, y que los días del mandatario sirio eran contados ya. Y él se mantiene el sexto año ya, adquiriendo cada vez más popularidad entre los ciudadanos sirios que ven en él una garantía de que los terroristas no logren apoderarse de Siria y de que el Estado sirio no se desplome. Si nuestros socios optan por esta prioridad, repetirán errores cometidos en Iraq cuando se pusieron como una tarea primordial la de quitar del poder a Saddam Hussein, y en Libia, cuando decían que para que triunfara la democracia había que quitarle a Gadafi. Ahora, por desgracia, nuestros socios occidentales se tropiezan con la misma piedra y cometen los mismos errores, pero ya empiezan a darse cuenta de que el asunto ha ido demasiado lejos ya.
Pregunta: Y de que son demasiados estos errores.
Respuesta: Tiene toda la razón: las prioridades han de estar condicionadas por los intereses nacionales y son en este caso la lucha contra el terrorismo, es decir, el Estado Islámico y el Frente al-Nusra.
Ahora están volviendo a la normalidad las relaciones entre Rusia y Turquía que se está dando cuenta del papel determinante que está cobrando la amenaza terrorista, de la forma en que afecta a la seguridad nacional. De modo que Ankara y una serie de otras capitales están empezando a mostrarse flexibles y renunciar a los ultimátums, del estilo “mañana Bashar al-Asad tiene que haber abandonado el poder y sólo tras ello empezaremos a hablar del futuro de Siria”. Sin embargo, el Consejo de Seguridad de la ONU exigió, en base a la Resolución promovida por Rusia y EEUU, que todos los representantes del pueblo sirio, sin excepción alguna, se reunieran en la mesa de las negociaciones y llegaran a un acuerdo sobre el futuro del país. No se exigió que Bashar al-Asad se retirara del poder ni que alguna candidatura concreta fuera excluida de las negociaciones. Esperamos que la ONU que ha de encargarse del asunto, algo que se decidió en diciembre de 2015, proceda a cumplir con este encargo.
Hoy se ha celebrado la reunión del Consejo de ministros de Asuntos Exteriores de la CEI y hemos informado a nuestros interlocutores de cuanto estamos haciendo junto con EEUU, copresidente del Grupo Internacional de Apoyo a Siria creado por nuestra iniciativa hace un año. Habrán tenido conocimiento de que hace una semana concluimos en Ginebra con el Secretario de Estado de EEUU, John Kerry, una gran labor iniciada por nuestros militares, agentes de los servicios de inteligencia y diplomáticos. Lanzamos una iniciativa que permita luchar contra los terroristas en Siria de una forma más eficaz y coordinada, facilitando acceso de cargas humanitarias a la población necesitada, sobre todo, en aquellas localidades que están sitiadas y tienen difícil acceso. Además, la iniciativa en cuestión permitirá mantener el régimen del alto el fuego. Estamos intentando lograr que los acuerdos alcanzados se hagan públicos, porque no queremos seguir el camino de la diplomacia secreta. Nuestros interlocutores estadounidenses están dudando, algo que no les es propio, dado que se pronuncian por actitudes democráticas en la solución de los problemas, lo que supone la transparencia y la franqueza.
Pregunta: ¿No será porque están apareciendo noticias sueltas difundidas por el Departamento de Estado sobre la intención de Moscú y Washington de luchar conjuntamente contra el Frente al-Nusra, pero no contra el Estado Islámico? ¿No estarán intentando maniobrar en esta situación?
Respuesta: Espero que sea un malentendido y no ganas de llamar a engaño al público, porque en los documentos aprobados por el Secretario Kerry y por mí se indica de forma inequívoca que coordinaremos nuestras acciones contra el Frente al-Nusra y contra el Estado Islámico. En la conversación telefónica mantenida por nosotros hace dos días, llamé la atención del Secretario Kerry a que el portavoz del Departamento de Estado no ofrecía la versión correcta de los hechos, por así decirlo. El señor Kerry aceptó que el Estydo Islámico fuera incluido en los documentos. Fue para mí un buen motivo, para exhortarle a no causar demoras al proceso y hacer públicos los documentos en cuestión, para que nadie cayera en la tentación de lanzar especulaciones ni de tergiversar nuestros acuerdos.
Dicho sea de paso, el portavoz de la Casa Blanca y el portavoz del Departamento de Estado intentan a toda costa hacer creer a todos que los documentos firmados no son garantía de nuestra lucha conjunta contra el terrorismo. Tampoco quieren ofrecer comentarios sobre la parte clave de los mismos, en la que se reviste de papel primordial que el Gobierno estadounidense cumpla con la obligación de antaño y deslinde en el sentido físico y geográfico la oposición que coopera con Washington del Frente al-Nusra y demás grupos terroristas. Eso, por supuesto, si la demora en el cumplimiento de este compromiso no tiene que ver con el deseo de alguien en Washington de salvar a los terroristas. Por lo menos, en lo que se refiere al Frente al-Nusra, esta duda parece bastante fundada.
No es ningún secreto que recientemente EEUU por fin nos facilitó una lista de organizaciones que en su opinión respetan el régimen de alto el fuego, de modo que no deben ser blanco de los ataques. Figura en las primeras líneas del documento el nombre de Ahrar al-Sham, un grupo, cuyos dirigentes anunciaron que no cumplirían con el compromiso, dado que Rusia y EEUU habían acordado luchar contra el Frente al-Nusra, mientras que Ahrar al-Sham considerado por EEUU aliado de Washington, lo es en realidad del Frente al-Nusra. Los dos grupos, se aseguró, seguirán luchando contra el régimen sirio hasta su última gota de sangre. Resulta que EEUU incluyó en lista parte un grupo terrorista reconocido como tal por la ONU.