Discurso del ministro ruso de Asuntos Exteriores, Serguéi Lavrov, en el panel ministerial de la Conferencia de Seguridad de Múnich, Múnich, 13 de febrero de 2016

261-13-02-2016

Últimamente, el presidente ruso, Vladímir Putin, abordó en reiteradas ocasiones asuntos internacionales. Estoy seguro de que aquí están los expertos quienes conocen nuestra postura. Además, hoy ha pronunciado un discurso aquí el presidente del Gobierno ruso, Dmitri Medvédev. No tengo necesidad de repetirme. Sólo quisiera decir algunas palabras en adición.

Solemos hacer constar cada febrero en Múnich que la situación en el ámbito de seguridad europea y en el mundo, en general, está desarrollándose de modo insatisfactorio. Discutimos los pasos que podrían ayudar a corregir la situación. Mientras, desgraciadamente, no se observan cambios fundamentales en lo que se refiere a la dirección del vector de desarrollo de los acontecimientos.

Está claro que logramos hacer algo, no cabe duda de ello, pero muy a menudo los acuerdos no se cumplen, porque algunos participantes, al parecer, intentan volver a escribirlos de forma retroactiva para obtener beneficios unilaterales en detrimento del equilibrio de intereses conseguido.

Ayer se cumplió el primer año de la concertación del Paquete de medidas de Minsk para el arreglo de la crisis en Ucrania: el documento respaldado por la resolución del Consejo de Seguridad de la ONU. Mientras la implementación de sus principales estipulaciones políticas no se ha iniciado, ante todo, porque las autoridades ucranianas no desean recorrer honestamente su parte del camino y porque Kiev busca constantemente pretextos para eludir el cumplimiento de los compromisos asumidos. Está bien que en Europa y hasta en EEUU empiecen a entender que tal conducta es inaceptable, como ha demostrado el discurso del Secretario de Estado de EEUU, John Kerry, con toda su específica cortesía política que sigue la moda de la rusofobia que se observa en varias capitales.

Otro tema de acuciante actualidad es la prolongada crisis siria. En este ámbito también se logró crear, gracias a esfuerzos conjuntos, un Grupo Internacional de Apoyo, aprobar la resolución 2254 del Consejo de Seguridad de la ONU que respalda las condiciones clave del arreglo a través de las negociaciones entre el Gobierno y toda la gama de la oposición, incluida la exigencia de que los propios sirios determinen el futuro de su país. Mientras, en violación de esta resolución, una parte de la oposición presenta ultimátums y condiciones preliminares para el inicio del proceso negociador y trata de producir una escisión dentro del Grupo Internacional de Apoyo a Siria, es decir, tiene de quién aprender.

No se puede hacer la vista gorda ante la degradación general en Oriente Próximo y Norte de África que continúa ya durante cinco años, a partir de la llamada primavera árabe, que provocó la crisis migratoria en Europa y produjo la amenaza de ocupación por los terroristas de espacios enormes en Oriente Próximo y Medio, Norte de África y otras regiones. La agresión terrorista sin precedente se manifiesta en los países de Europa, en los países de América, en los países que son nuestros aliados en el marco de la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC) en Asia Central. Todo eso representa un desafío muy serio a la seguridad internacional. Desgraciadamente, pese a varios éxitos conseguidos en la lucha contra el Estado Islámico, Frente al Nusra y organizaciones similares, no se ha logrado todavía crear un frente antiterrorista que sea realmente eficaz. Esto se debe en mucho a la incapacidad de varios países de dejar de lado los asuntos secundarios, a los intentos persistentes de aprovechar la situación para cambiar regímenes y realizar otras ambiciones geopolíticas. Espero que los resultados de la reunión del Grupo Internacional de Apoyo a Siria celebrada aquí en Múnich el pasado 11 de febrero ayuden a cambiar esta tendencia. Una verdadera unión de las potencias principales para contrarrestar el terrorismo internacional es necesario también para prevenir la desintegración de Irak, Libia, Yemen, Afganistán, cuyos territorios, junto con el territorio sirio, ocupa enérgicamente el Estado Islámico, aprovechando lo que la comunidad internacional no dispone de una estrategia eficaz.

Últimamente, se agudizó drásticamente la situación en la península de Corea, debido a las acciones irresponsables y absolutamente inaceptables de las autoridades de Corea del Norte. Mientras, aquí se observa también la tendencia de recurrir a los pasos unilaterales, no acordados con el Consejo de Seguridad de la ONU para castigar a Pyongyang y aumentar la presencia militar extranjera en la región en detrimento a los esfuerzos conjuntos para desescalar la situación a través de los mecanismos de negociación existentes.

Creo que todos entienden que la complejidad extrema de las crisis interrelacionadas, la ampliación del espacio conflictivo exigen aplicar esfuerzos conjuntos coordinados. Mientras, se ponen barreras artificiales en el camino de esfuerzos conjuntos, como la renuncia de la OTAN y la Unión Europea de cooperar plenamente con Rusia, la creación de imagen del enemigo, el despliegue de armas para dejar para siempre de ese modo las líneas divisorias en Europa que Occidente prometió solemnemente eliminar. A juzgar por todo, los instintos antiguos son muy vivaces. Hoy en varios ámbitos el volumen de cooperación entre las estructuras euroatlánticas y nuestro país es menor hasta en comparación con la época de Guerra Fría. Ni siquiera hablo sobre el retorno de los estereotipos de la lucha ideológica, cuyo fundamento conceptual dejó de existir ya hace unos 25 años. Nuestra época se caracteriza por una mezcla de la propaganda y la política real en detrimento de las posibilidades de resolver los problemas clave de la agenda internacional.

Se emprenden intentos de superar esta situación anómala, como por ejemplo se manifestó en la creación del “grupo de sabios” de la OSCE en el marco del proceso Helsinki + 40. Mientras, estos “sabios” no han encontrado una fórmula de compromiso, porque el informe final del grupo (como el informe preparado hacia esta Conferencia) resultó “OTAN-céntrico” y los países occidentales están presentados en estos documentos como “guardianes” de la estabilidad del orden internacional que por lo visto prefieren dejar intacto. Es imposible. En cualquier caso, se debe llegar a un acuerdo sobre las reformas del orden mundial, porque tal arrogancia “OTAN-céntrica” que refleja la miopía política perjudica la búsqueda de respuestas a las amenazas reales, en vez de las inventadas.

Al mismo tiempo, como ya se ha dicho hoy, los acontecimientos del año pasado probaron de nuevo que cuando la tesis sobre la supremacía de alguien se relega a un segundo plano y cuando se suman las capacidades de las potencias principales: EEUU, la UE, China, Rusia, otros centros de influencia en el mundo actual, se consiguen los resultados realmente eficaces. Me refiero, ante todo, al arreglo de la situación en torno al programa nuclear iraní, a la desmilitarización química de Siria. Sin duda alguna, este método puede aplicarse con éxito en otros azimuts de la política global también, incluido el arreglo en Oriente Próximo y, ante todo, el conflicto palestino-israelí. Mientras, para aplicar tales enfoques conjuntos, tales métodos eficaces hay que acostumbrarse al trabajo conjunto en vez de intentar tomar decisiones por todos y castigar a los que no están de acuerdo con el dictado.

Creo que la Conferencia de Múnich es un foro apropiado para hablar seriamente sobre los caminos hacia el retorno a la cultura del diálogo, a diferencia de las amenazas, al arte de compromiso, en vez de ultimátums. Estoy seguro de que los expertos reunidos aquí tienen experiencia, sabiduría y conocimientos necesarios para ayudar a sacar a la diplomacia a las posiciones prioritarias que deben pertenecerle legalmente en la etapa de esbozar los contornos de un sistema seguro y estable de gestión global, naturalmente, si no queremos seguir la corriente hacia un salto de agua sino estamos interesados en cambiar la tendencia negativa en los asuntos internacionales y justificar al fin las esperanzas relacionadas con nuestra actividad conjunta.

Pregunta: Permítanme leer las dos preguntas. La primera es de Kenneth Ross de Human Rights Watch: “Viendo cómo las atrocidades del régimen de Asad atraen cada vez a más nuevos reclutas a las filas terroristas ¿por qué Rusia no lo presiona para poner fin a los bombardeos con las bombas de barril y el asedio de la población civil?” La segunda pregunta es del diputado de los Verdes del Bundestag alemán, Omid Nouripour: “Según los datos de la ONU, actualmente, unos cien mil sirios están sitiados por las tropas de Asad. Usar el hambre como un arma constituye un crimen de guerra. ¿Qué responderá Rusia a estos niños hambrientos?”

Respuesta: Es una pregunta muy importante. La discutimos en detalle estos días en el marco del Grupo Internacional de Apoyo para Siria. Hicimos especial hincapié en la crisis humanitaria en Siria y en la responsabilidad no de una, sino de todas las partes involucradas. Human Rights Watch, Amnesty International  y, por supuesto, las organizaciones humanitarias internacionales, incluida la Organización de las Naciones Unidas, reconocen que todas las fuerzas que operan “sobre el terreno” hacen algo mal desde el punto de vista del derecho humanitario internacional. En cuanto a las ciudades sitiadas, no es únicamente la responsabilidad de Asad. La mayor parte de la población civil está asediada por parte de la oposición, en particular en la población de Deir ez Zor, donde se encuentran atrapadas más de doscientas mil personas; en total unas cuatrocientos mil civiles en Siria se hallan en estado de sitio. El ejemplo más mencionado es el de Madaya donde sobreviven unas cuarenta mil personas. Me gustaría recordar que la solución de este problema es posible sólo a base de acciones sincronizadas; al fin y al cabo se trata de una guerra. Y este hecho es reconocido en el comunicado aprobado por el Grupo Internacional de Apoyo para Siria, el pasado 12 de febrero. Hemos mencionado las poblaciones que deben constituir una prioridad a la hora del desbloqueo y el suministro de la ayuda humanitaria. La ONU está haciendo un trabajo valiosísimo. Pero permítanme poner un sólo ejemplo de lo importante que es prestar atención a todos los aspectos para poder avanzar. En enero de este año, la ONU celebró las negociaciones con el gobierno sirio, para organizar el suministro de ayuda humanitaria a Madaya, y con la oposición, para hacer lo mismo en dos localidades con población chií: Kefraya y Fua. El gobierno cumplió con su compromiso y la oposición, no. Es verdad que se llegó a efectuar el suministro de ayuda humanitaria a Madaya en una única ocasión, mientras pretendemos que sean muchas más, según ha dicho John Kerry hablando de nuestras decisiones, según se ha dicho durante la rueda de prensa. El Grupo de Trabajo sobre la ayuda humanitaria ya está funcionando en Ginebra, y cualesquiera obstáculos que surjan, serán eliminados inmediatamente. Opino que no se debe demonizar a Asad, no se debe demonizar a nadie, excepto a los terroristas, en Siria, mientras las cuestiones humanitarias deben solucionarse en pie de cooperación. Hay que tener claro: decir que no vamos a negociar antes de que se ponga fin a la violencia y se solucionen los problemas humanitarios es un paso hacia ninguna parte y es una manifiesta provocación porque las decisiones del Consejo de Seguridad de la ONU prevén unas negociaciones globales entre el gobierno de Siria y todos los sectores de la oposición. Es, desde luego, un proceso político, también existen cuestiones militares, y también el problema del suministro de la ayuda humanitaria. Ahora podemos conseguir un avance, dar un primer paso, pero unos suministros humanitarios estables sólo podrán ser garantizados en el marco de un proceso político estable. Los que quieren seguir poniendo condiciones previas para el arranque de estas negociaciones políticas, asumen una gran responsabilidad, al igual que los que les respaldan. También quisiera señalar que si las organizaciones humanitarias se preocupan, como les incumbe, por la suerte de la población civil, más vale no dejar escapar el problema de las armas químicas y de los que las usan. John Kerry, como siempre, se limitó a enumerar los crímenes del régimen de Asad, haciendo uso de su famosa frase de que Asad utiliza agresivos tóxicos contra su propio pueblo. El señor Brennan, de la CIA, recientemente reconoció que el Estado Islámico (Daesh, en árabe, y proscrito en Rusia) fabrica armas químicas en Irak y en Siria, un hecho que habíamos intentado discutir en el Consejo de Seguridad pero habíamos recibido una rotunda negativa por parte de nuestros colegas estadounidenses. Entonces dijeron que no había pruebas. Espero que ahora estén más dispuestos a cooperar. Por cierto, Siria no es el único caso cuando el hambre se emplea como instrumento de guerra. Cuando el gobierno de Ucrania impuso un bloqueo a Donbás y Crimea cortando el suministro de agua e impidiendo que llegasen los alimentos al este de Ucrania, muchas respetables organizaciones de derechos humanos también declaraban que se podía considerar un crimen de lesa humanidad, ya que el suministro del agua es uno de los derechos fundamentales. Hace unos días, estuve viendo el canal Euronews, que, modestamente, presume de ser la cadena de televisión más popular en Europa. Sí, realmente lo dicen en directo. Pues, Euronews divulgó unas estadísticas que arrojan que siete millones de civiles en Yemen, o sea, el 50% de población, sufren la escasez de alimentos. De esta manera, tenemos que solucionar este problema independientemente de las alianzas políticas, si queremos actuar de una forma realmente humana y responsable.

Pregunta: Muchas gracias. La última pregunta corta a todos los participantes. Estimados Frank-Walter, Serguéi y Philip, evalúen, en la escala de uno a cien, la posibilidad de que dentro de una semana puedan anunciar la exitosa realización del proyecto esbozado ayer, que prevé poner fin a las operaciones militares.

Respuesta: Voy a extenderme un poco más. Ya he dicho en mi discurso introductorio, y lo había dicho antes, que el principal problema que veo en mi trabajo es la capacidad de los interlocutores llegar a un acuerdo. Conseguimos un compromiso muy importante en el marco del Grupo Internacional de Apoyo para Siria, cuya reunión se celebró aquí, en Múnich, sobre todo en materia de suministros humanitarios, pero también con respecto a la tregua. Por cierto, todas las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU y los documentos del Grupo de Viena mencionan el alto el fuego. De repente, en Múnich resulta que es imposible y que hay que hablar de poner fin a las hostilidades. Según entiendo, se trata de un nuevo capricho del grupo de los opositores que se reunieron en Riad. No hemos podido dilucidar su sentido pero partimos de que dejarán de disparar, y esto ya es mucho. Durante muchas horas de trabajo del Grupo en Múnich dije que abogamos por crear los grupos especializados de trabajo tanto sobre los asuntos humanitarios como sobre la tregua. Abogamos por que estos grupos empiecen a funcionar inmediatamente. Pero además de estas herramientas diplomáticas, existe una fundamental para la solución del problema de los suministros humanitarios y, especialmente, del problema de la tregua, y es la cooperación día a día y la coordinación entre los militares, sobre todo, entre los militares de EEUU, que encabezan la coalición creada por ellos, y los militares de la Federación de Rusia, tomando en cuenta que operamos en Siria por la invitación del gobierno de este país y podríamos ejercer cierta influencia en Damasco.

John Kerry ha dicho hoy con mucha énfasis (y entiendo el porqué de su tono) que los estadounidenses insisten en establecer una estrecha cooperación en Rusia en todos los ámbitos, incluidos el político, humanitario y militar, para arreglar la crisis. En los cinco meses de la presencia de las Fuerzas Aeroespaciales de Rusia en Siria, intentamos entablar la coordinación militar con los estadounidenses. Lo único que conseguimos fue aprobar el procedimiento de evitar incidentes aéreos. Lo discutí, además que con John Kerry, con todos los miembros del Grupo de Viena, porque si queremos abordar los objetivos prácticos de la tregua, no haremos nada sin contar con la cooperación entre los militares, y todo el mundo debe comprenderlo. He apelado al sentido común de muchos de nuestros colegas, y muchos de los miembros del Grupo Internacional de Apoyo para Siria me respaldaron. Por eso conseguimos introducir en la declaración final la disposición relativa a la necesidad de entablar una cooperación entre los militares. John Kerry me aseguró que esto se implementaría no sólo para evitar los incidentes aéreos, sino también en otros aspectos, como la detección de las posiciones terroristas, de las zonas que deben quedarse fuera de los bombardeos, etc.

Esta mañana he leído dos declaraciones. La primera es del Pentágono. Un tal Jeff Davis dice que EEUU no contemplan la posibilidad de intensificar la cooperación con Rusia durante las operaciones militares en Siria, que no hay ningún cambio al respeto, que EEUU continúa cooperando con Rusia sólo en el marco del acuerdo para evitar los incidentes aéreos. Resulta, que el Pentágono no planea emprender ningún paso más. Confío en que esta declaración no pase desapercibida. Porque significa que ningún acuerdo será implementado a raíz de que los estadounidenses no están dispuestos a hacerlo. La segunda cita también es reveladora. El mismo funcionario del Pentágono dijo que el plan aprobado por nosotros sobre el alto el fuego en Siria no influirá en las operaciones estadounidenses contra el Estado Islámico. Al mismo tiempo, Mark Toner del Departamento de Estado de EEUU declaró que era necesario conseguir que todas las partes enfrentadas pusieran fin a las hostilidades: Rusia, Bashar Asad y la oposición. En otras palabras, la coalición estadounidense no tiene que poner fin a sus operaciones militares porque está luchando contra el EI, mientras la ruso sí que tiene que ser suspendida aunque estamos luchando contra  el mismo EI, Jabhat al-Nusra y otras organizaciones clasificadas por el Consejo de Seguridad de la ONU como terroristas. El hecho de que la discusión en torno a la tregua en Siria, según ponen de manifiesto las dos declaraciones mencionadas, se esté desviando hacia la necesidad prioritaria de que Rusia retire sus Fuerzas Aeroespaciales, me hace sospechar, lamentablemente, que nuestra epopeya de Múnich para conseguir la tregua termine en nada. Si no hay un contacto honesto y permanente entre los militares, sea en la región, sea en otro punto conveniente para analizar qué está sucediendo en la zona de operaciones y desde donde se puede influir en la situación, será imposible implementar ningún acuerdo. Entretanto, el acuerdo firmado contiene el requisito relativo al contacto entre los militares y si los estadounidenses se echan para atrás, asumirán toda la responsabilidad por las consecuencias.

Pregunta: ¿Por lo visto, usted da menos del 50% a esta posibilidad?

Respuesta: El 49%.


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