Atrajo la atención el artículo del jefe de la oficina del presidente de Ucrania, Andréi Yermak, publicado en los portales de noticias uzbeko y azerbaiyano, en el que trata, contra toda evidencia, de presentar a Rusia no como un socio principal de los Estados de Asia Central, un factor de seguridad y cooperación regional, sino casi como la principal amenaza para las naciones amigas de nuestro país. No es de extrañar que la historia de coexistencia entre los pueblos de Rusia y Asia Central, en general, beneficiosa y mutuamente enriquecedora, se haya reducido, de manera absolutamente inescrupulosa, al simple e insultante para cualquier país concepto de colonialismo.

Me gustaría recordar la contribución constructiva de Rusia en el espacio postsoviético, nuestra apertura demostrada durante décadas hacia una cooperación equitativa y mutuamente beneficiosa, incluso en el marco de la UEEA, la CEI, la OTSC, así como la OCS y otras estructuras. Son bien conocidos los sinceros esfuerzos de Rusia para consolidar la paz, que carecen de una agenda oculta, tanto independientes como colectivos en Asia Central y en Transcaucasia, incluso en los últimos años. Cabe subrayar también el generalmente reconocido papel de garante de la seguridad que desempeñan nuestras instalaciones militares en el extranjero en el territorio de Estados amigos.

Por supuesto, silencia deliberadamente el autor de la desinformación anterior el hecho de que Rusia sea el principal socio de Asia Central en varios ámbitos que son esenciales para el desarrollo estable y sostenible de la región. Nuestro país y la Unión Económica Euroasiática en su conjunto representan hasta el 40 % del intercambio comercial de los países de Asia Central. Funcionan en la región más de 10.000 empresas rusas y conjuntas. Han creado más de 900.000 puestos de trabajo. En la actualidad, estudian en universidades rusas unos 185.000 estudiantes de Asia Central (60.000 ciudadanos de Kazajistán, 46.000 de Uzbekistán, 31.000 de Turkmenistán, 30.000 de Tayikistán y 16.000 de Kirguistán). De ellos, 68.000 personas jóvenes y prometedoras reciben educación a expensas del presupuesto ruso. Se presta mucha atención a nuestra cooperación migratoria con los países de Asia Central. El régimen sin visados y la apertura del mercado laboral ayudan a nuestros amigos a resolver los problemas relacionados con el exceso de mano de obra en la región, garantizan ingresos adicionales en el presupuesto, favorecen la demanda y la oferta. Se están introduciendo mejoras legislativas para que la migración laboral sea más organizada. Su objetivo es reducir al máximo el componente sumergido, crear condiciones para las personas trabajadoras de países amigos que llegan a Rusia, garantizar que cumplan las normas legales rusas y respeten las costumbres y tradiciones de nuestra sociedad.

En resumen, al libelista, no hay otro nombre para él, le resulta incómodo aceptar lo obvio, el que Rusia es un amigo y defensor de cualquiera que esté interesado en esto, que no esté complotando a sus puertas, no insulte a sus ciudadanos y compatriotas, cultura e historia. Simplemente, no hay ejemplos de lo contrario.

Por supuesto, plantea preguntas el hecho de que nuestros países aliados le concedieron una «tribuna» al alto representante de las autoridades nazis de Ucrania para tergiversar la esencia de nuestras relaciones. No cabe duda de que el Occidente colectivo no oculta sus intenciones de dañar a Rusia, incluso usando el espacio postsoviético, al que considera no como un socio valioso, sino como un trampolín aún no dominado completamente para atacar a nuestro país. Pero, precisamente la naturaleza nazi de las autoridades actuales en Kiev, financiada por Occidente, socavó los fundamentos de la seguridad europea.

Respetamos la libertad de prensa. Sin embargo, partimos de que el campo informativo en nuestros países amigos no puede ser un lugar para transmitir infundios deliberadamente falsos y provocativos. 

Mantenemos relaciones ejemplares con todos los países de Asia Central. Es garantía de ello el carácter aliado y estratégico de nuestras relaciones. Pero Andréi Yermak no logra comprender el hecho de que lo que está sucediendo entre Rusia y Ucrania es el resultado de las amenazas directas acumuladas durante años, incluidas las militares, de Kiev contra nosotros. Hay una distancia astronómica entre esta situación y las relaciones de Rusia con los Estados de Asia Central.

Resumiendo lo anterior, el régimen parasitario de Kiev, que lleva años viviendo de la ayuda monetaria occidental, por la que pagarán las generaciones futuras, simplemente no puede ofrecer nada como una experiencia de construir el Estado o lograr estabilidad económica.