La visita que realizó el 7 de mayo a Moscú el Presidente de Suiza y actual Presidente de la OSCE, Didier Burkhalter, y el encuentro que mantuvo con el Presidente de Rusia han dado lugar, en general, a una buena valoración por parte de nuestros socios internacionales. Consideramos que es un signo positivo y una prueba del interés general por encontrar una salida a la crisis en Ucrania.

Sin embargo, desde Kiev, la única reacción que ha llegado es un torpe pataleo de Arseniy Yatsenyuk aduciendo sus apostillas. Por parte del MAE de Ucrania también han resonado unas incomprensibles exhortaciones, que vienen a decir que nadie puede hablar sin Ucrania del tema del atolladero político en el que se encuentra este país. Por lo visto, en Kiev se han olvidado de que la situación en Ucrania es el foco de atención de todos los socios internacionales responsables.

Evidentemente, con quién tienen que hablar ante todo Arseniy Yatsenyuk y su equipo es con el propio pueblo ucraniano, y además, no desde una posición "de superioridad" sino entre iguales, sin presentar molestos ultimátum ni hacer un criminal uso de la fuerza.

Hoy por hoy, es particularmente importante que se lleve a cabo una reforma constitucional real, pero no basada en los proyectos elaborados por el gabinete de Kiev que nadie conoce, sino en función de un amplio debate, con la participación de todas las fuerzas políticas y regiones de Ucrania. Es la única posibilidad para la desescalada.

Mientras Occidente continúe apoyando ciegamente a las autoridades de Kiev, se justificarán nuestros cálculos de que nuestros colegas occidentales renuncian a ejercer su influencia sobre Kiev para entablar un verdadero diálogo nacional, tan necesario para Ucrania.

8 de mayo de 2014