En Moscú hemos dirigido nuestra atención a la "revelación" que ha hecho el presidente del Comité de inteligencia de la Cámara baja del Congreso de EE.UU., Mike Rogers, que se encontraba hace unos días en Rumania encabezando un grupo de congresistas. En su intervención en el canal televisivo "Realitatea" el alto cargo representante de Washington reconoció la potencial dirección de los misiles interceptores, que está previsto desplegar a finales de 2015 en la base del sistema de defensa antimisiles de EE.UU. de Deveselu, en particular contra ciertas "amenazas" por parte de Rusia.

Por tanto, el congresista estadounidense ha confirmado que eran fundadas las sospechas expresadas por Moscú desde hace ya bastante tiempo en cuanto a que el "escudo antimisiles" diseñado por EE.UU. tiene como objetivo únicamente los fines que ha declarado oficialmente Washington.

Ante esto, querríamos señalar que el papel que se le asigna a Rumania en el asunto de ponerse al servicio para la siguiente hazaña estadounidense, apenas es tan honorable como lo tratan de presentar. La participación de Bucarest en otro proyecto más de Estados Unidos, confirmada en el informe presentado recientemente ante el Senado de EE.UU. sobre las torturas que se aplican en las "cárceles secretas de la CIA" en los territorios de otros países, ha colocado en una posición embarazosa a los representantes rumanos, que se ven obligados a esquivar con elocuencia las preguntas de los periodistas.

Estamos seguros de que los planes encaminados a seguir militarizando el sureste de Europa, incluyendo el despliegue de elementos del sistema de defensa antimisiles en el territorio de Rumanía, van en contra de los intereses de la región y la seguridad y la estabilidad europeas.

17 de diciembre de 2014