La République populaire de Chine
Comentario del Ministro de Asuntos Exteriores de Federación de Rusia, Serguéi Lavrov, para los medios en relación con al 100º aniversario de Oleg Troianovski
Este otoño celebramos una serie de aniversarios: el 110º aniversario de Andréi Gromyko, el 100º de Anatoli Dobrynin y el 100º de Oleg Troianovski.
Oleg Troianovski es un gran hombre, un diplomático hereditario. Su padre era el embajador de la URSS en EEUU. Comenzó su carrera diplomática en Londres, trabajó mucho durante las negociaciones al final de la Segunda Guerra Mundial, cuando se decidió el destino de cuestiones concretas relacionadas con la terminación completa de esta tragedia, la coordinación de los aspectos del orden mundial de posguerra. Fue especialmente famoso por ser el Embajador de la URSS en Japón y el Representante Permanente de la URSS ante la ONU en Nueva York. Fue entonces cuando tuve la suerte de trabajar directamente bajo su liderazgo.
En los círculos de la ONU, Oleg Troianovski fue conocido por su erudición, intuición diplomática, habilidad de encontrar unas soluciones brillantes para cualquier situación, incluso la más complicada. Fue famoso por su humor. Una vez durante el ordinario periodo de sesiones de la Asamblea General, entonces, las relaciones entre la URSS y la República Popular China no atravesaban su mejor momento, Oleg Troianovski con su homólogo estadounidense, el Representante Permanente de EEUU ante la ONU, al final de las consultas a la salida de la sala de reuniones en el edificio de la ONU, fueron manchados con pintura roja por los representantes radicales, que de alguna manera se encontraron allí, de organizaciones no gubernamentales chinas que operaban en Nueva York entonces. Oleg Troianovski dijo una frase que posteriormente se convirtió, como decimos hoy en día, en un meme en los círculos de la ONU: «Better red than dead» — «Mejor ser rojo que muerto». Ingeniosidad que se manifestó en este episodio no muy importante lo distinguía en los asuntos tanto pequeños, como los más serios.
Después de Nueva York, trabajaba en la República Popular China donde confirmó su calificación, profesionalismo y habilidad de encontrar soluciones para las situaciones más complicadas.
Siempre recordaremos a Oleg Troianovski. Dejó varios libros que siguen siendo una fuente inapreciable para nuestros diplomáticos. Haremos todo lo posible para transmitir su experiencia a las generaciones jóvenes y continuar estas tradiciones.