la República Francesa
Artículo del Ministro de Asuntos Exteriores de Rusia, Serguéi Lavrov, para la revista Revue Politique et Parlementaire (Francia) con motivo del 130º aniversario natalicio de Charles de Gaulle publicado el 13 de junio de 2020
Este año, el pueblo francés celebra una fecha importante de su historia: el 130º aniversario natalicio del general Charles de Gaulle.
Para los ciudadanos de Rusia el nombre del general está vinculado con nuestra Victoria común en la Segunda Guerra Mundial cuyo 75º aniversario celebramos este año. En junio de 1940, Charles de Gaulle llamó a los franceses a adherirse a la lucha contra el nazismo por la libertad y la independencia nacional de su país. "Pase lo que pase, la llama de la resistencia francesa no debe apagarse", declaró. Gracias en gran medida a sus esfuerzos, Francia desempeñó un papel importante como parte de los Aliados.
Fue el general quien incentivó en julio de 1941 la interacción de la "Francia Libre" con la Unión Soviética para luchar contra un enemigo común. Por su lado, Moscú fue entre las primeras que reconoció y estableció relaciones oficiales con el Comité Nacional de la Francia Libre creado por Charles de Gaulle fuera de su Patria.
Guardamos con cuidado la memoria de la fraternidad de armas soviético-francesa, de la hazaña de pilotos de la escuadrilla Normandie-Niemen que lucharon con éxito contra las tropas hitlerianas en el frente oriental. Apreciamos que Francia honre la memoria de nuestros compatriotas que se adhirieron a la Resistencia en los años de la Segunda Guerra Mundial.
Charles de Gaulle siempre fue partidario de unas relaciones basadas en el respeto mutuo entre nuestros Estados. En 1944, hizo un largo camino a la URSS a través de Teherán y Bakú. Las esperanzas del general de contar con el apoyo de la URSS se justificaron plenamente con el Tratado franco-soviético de alianza y asistencia mutua firmado en diciembre de 1944 por 20 años. El entonces Ministro británico de Asuntos Exteriores, Anthony Eden, caracterizó este documento histórico de forma siguiente: "El restablecimiento de la amistad ruso-francesa restablece de hecho la grandeza nacional de Francia y Rusia elevada a nivel de la política de Estado". Las autoridades soviéticas tuvieron visión profética al valorar el papel de este documento: "Para el bien de las futuras generaciones es necesario prevenir todos los intentos de destruir la nueva unión que se forma". Mientras, después de la destitución de Charles de Gaulle en 1946 y el inicio de la Guerra Fría las potencialidades del Tratado no se aprovecharon.
Al regresar a la arena política francesa en 1958, el general continuó su rumbo con vistas a fomentar las relaciones con la Unión Soviética. En su desarrollo progresivo no sólo vio la garantía del bienestar de los dos pueblos sino también el factor más importante para reducir la tensión internacional y mantener la estabilidad regional y global.
Charles de Gaulle promovió la concepción de una Gran Europa desde el Atlántico hasta los Urales: la región pacífica sin líneas divisorias ni la confrontación entre los bloques. En 1966, el general efectuó una visita histórica a la URSS que impulsó la cooperación bilateral en todos los derroteros, incluidas las áreas como la política, la economía, la cultura, el espacio ultraterrestre. En el curso de su visita, el general habló mucho de la importancia de la concordia y la cooperación "en toda la Europa para que pueda garantizar su seguridad con sus propias fuerzas". Charles de Gaulle soñó con que "al poner fin a la división y al unirse, nuestro continente antiguo restableciera el papel que desempeñó en garantizar el equilibrio, el progreso y la paz en todo el mundo".
Después de que en el filo de los 80 y los 90 finalizó la confrontación bipolar, se hizo históricamente posible que estas ideas nobles se hicieras realidad. Rusia por su lado aplicó todos los esfuerzos posibles para que Europa que sobrevivió dos guerras mundiales y posteriormente la Guerra Fría, abrazara el camino de florecimiento, asociación mutuamente ventajosa, desarrollo pacífico sostenible para el bien de la generación actual y las venideras. Moscú siempre se pronunció por fortalecer el papel unificador de organizaciones paneuropeas como la OSCE. Nuestro país propuso firmar el Tratado de Seguridad Europea y comenzar a trabajar en conjunto en la creación de un espacio común de la paz, la estabilidad, promover una amplia cooperación económica y humanitaria desde el océano Atlántico hasta el Pacífico.
Lamentablemente, en la comunidad occidental predominó la línea de los que, al arrogarse el derecho de regir los destinos de la humanidad, hicieron una opción miope a favor del OTAN-centrismo, juegos geopolíticos de suma cero y la lógica 'dirigente-dirigido'. Basta con recordar los bombardeos de Yugoslavia, la expansión de la Alianza Atlántica hacia Este a pesar de los compromisos asumidos ante los dirigentes soviéticos, el apoyo por varias capitales europeas del anticonstitucional golpe de Estado armado en Ucrania y la introducción de las sanciones unilaterales contra nuestro país.
¿Cuál es el resultado? La región Euroatlántica afrontó una grave crisis de confianza. Una Europa realmente unida no se ha consumado. No se aprovechan grandes capacidades de interacción entre Rusia y la Unión Europea. El sector de negocios europeo, incluido el francés, sufre pérdidas. Estoy seguro de que el guión actual dista mucho de la visión de Charles de Gaulle que entendía perfectamente lo ineficaz e inviable de la "Europa sin Rusia".
Además, estamos convencidos de que todavía es posible diseñar la arquitectura de la paz y la estabilidad en nuestro continente común. En la coyuntura actual, la forma más eficaz de resolver esta tarea es sumar las capacidades de varios proyectos de integración que se realizan en amplios espacios euroasiáticos desde Lisboa hasta Yakarta. La conocida iniciativa del Presidente Vladímir Putin encaminada a crear una Gran Asociación Euroasiática: un amplio espacio innovador en que se tomen en consideración los intereses de todos los Estados sin excepción integrados y no integrados en diversas asociaciones multilaterales. Su realización ya se inició a través de la compaginación de la Unión Económica Euroasiática y la iniciativa china Un Cinturón, Una Ruta. Creo que nuestros socios europeos se beneficiarán si se adhiriesen a los esfuerzos comunes. Tal actividad conjunta no sólo permitirá aumentar la competitividad de nuestras economías sino echará los cimientos del sistema de seguridad igual e indivisible en todo el continente.
Las actuales relaciones internacionales caracterizadas por la estructuración continua de un nuevo orden mundial multipolar más justo y democrático, exigen una clarividencia estratégica con la renuncia simultánea a la filosofía de hegemonismo y predominio, a los cordones sanitarios y telones de acero. La casa paneuropea necesita una seria reconstrucción si queremos que todos sus ciudadanos vivan en paz y florecimiento y su seguridad no dependa de las dudosas ideas geopolíticas impuestas desde allende el océano.
Estamos convencidos de que una amplia asociación entre Moscú y París que, siendo miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU, comparten una responsabilidad especial por mantener la paz internacional, contribuirá a sanear la situación en Europa y, posiblemente, en todo el planeta. Aplaudimos la iniciativa del Presidente francés, Emmanuel Macron, de vertebrar un sistema de seguridad europea que no esté apuntado contra Rusia sino que estipule la participación de Rusia. Lo más importante es que las palabras correctas se plasmen en los pasos concretos, en la reconstrucción de la conciencia política de conformidad con los principios del Derecho Internacional y colegialidad. Rusia por su lado está permanentemente dispuesta a mantener tal interacción honesta y equitativa.