la República de Cuba
Entrevista del Ministro de Asuntos Exteriores de la Federación Rusa, Serguéi Lavrov, para la película "El mundo al borde. Lecciones de la Crisis de los Misiles en Cuba", Moscú, 30 de octubre de 2022
Pregunta: Hablando de la Crisis de los Misiles en Cuba, ¿por qué EE.UU. intentó desplegar misiles cerca de nuestras fronteras? ¿Qué amenaza supuso para la Unión Soviética el despliegue de misiles de medio alcance en Türkiye en la década de 1960?
Respuesta: EE.UU. no solo lo intentó, sino que desplegó misiles Júpiter de medio alcance en Türkiye e Italia. Menciono a Italia porque el alcance de estos misiles lanzados desde este país cubría una gran parte del territorio europeo. De Türkiye a Moscú era un vuelo de diez minutos y pico, como se consideraba en aquella época. Esto es lo que inició la Crisis de los Misiles en Cuba, no como la historiografía occidental trata de retratarla, viendo la raíz del problema en el despliegue de nuestros misiles en Cuba. Esa fue la respuesta a lo que EE.UU. ya había hecho cerca de la Unión Soviética.
Si nos abstraemos del problema de la amenaza de agresión estadounidense contra Cuba que era bastante real porque sí tenían lugar los intentos correspondientes, lo principal desde el punto de vista militar y estratégico era el hecho de desplegar armas nucleares estadounidenses en las inmediaciones de las fronteras de la URSS. En aquella época, además de los Júpiter, EE.UU. poseía cuatro mil quinientas cabezas nucleares, varias veces el número total de armas nucleares de la Unión Soviética. Otro factor importante fue que los Júpiter por sus características fueron considerados en la URSS y en Occidente como un arma de primer ataque. Por lo tanto, las decisiones que se tomaron en su momento se basaron en amenazas reales a la seguridad de nuestro país.
La medida en que Washington tomó en serio la situación queda demostrada por los relatos de testigos presenciales de la conversación entre el Presidente Kennedy y sus asistentes en el Despacho Oval. El Jefe de la Casa Blanca dijo que no entendía por qué Jruschov desplegaba misiles en Cuba. Después de todo, el líder soviético debería haberse dado cuenta de que para Washington esto equivaldría a si los estadounidenses hubieran desplegado sus misiles en Türkiye. El asistente le respondió con sorpresa que eso era exactamente lo que había hecho EE.UU. Espero que en la situación actual, el Presidente Biden esté en mejores condiciones de entender quién y cómo da las órdenes.
Pregunta: ¿En qué medida están sincronizadas la situación de los años sesenta y la actual en caso de una escalada del conflicto con Ucrania? En ambos casos, está claro que EE.UU. intenta ser hegemónico. ¿Cuánto puede ayudar aquí y ahora la experiencia de la Crisis de los Misiles en Cuba?
Respuesta: Hay similitudes. Tanto en 1962 como ahora se trata de crear amenazas inmediatas a la seguridad de Rusia justo en nuestras fronteras. Hoy están incluso más cerca que los Júpiter situados en Türkiye. Está en marcha una campaña militar para dopar a Ucrania con todo tipo de armas. Se habla seriamente de reforzar las capacidades nucleares de la OTAN, además de los cinco países que ya tienen armas nucleares tácticas estadounidenses en sus territorios. Polonia pide ser un "candidato" para que los estadounidenses desplieguen también allí sus bombas nucleares. Esta situación es bastante preocupante.
La diferencia es que en el lejano 1962, Jruschov y Kennedy encontraron la fortaleza para mostrar responsabilidad y sabiduría, mientras que hoy no vemos esa disposición por parte de Washington y sus satélites. Hay un montón de ejemplos. Para empezar, la oportunidad de negociar que se materializó a finales de marzo en la reunión de Estambul fue destruida, y podemos afirmar ahora que pasó por órdenes directas de Washington.
EE.UU., la OTAN y la UE siguen insistiendo en la necesidad de derrotar a Rusia "en el campo de batalla". Usted bien ha señalado que detrás de todo esto está la absoluta incapacidad de Washington para renunciar a su deseo de gobernar a todos y a cada uno. Si antes se cantaba "Britannia, gobierna las olas", ahora EE.UU. quiere cantar, seguro, "Estado Unidos, gobierna el planeta". Esto lo dijo de manera clara y sin ambigüedades el Presidente Putin en su discurso en el Kremlin, cuando se firmaron los tratados entre Rusia y los cuatro nuevos sujetos de la Federación Rusa. Esta es la principal diferencia.
¿Tiene Europa suficiente responsabilidad? Después de todo, los europeos ya están sufriendo sanciones económicas muchas veces más que EE.UU. Un número creciente de economistas, no solo en nuestro país sino también en Occidente, concluyen que el objetivo de Washington es "desangrar" completamente y desindustrializar la economía europea. Los alemanes están trasladando una gran parte de sus plantas de producción a EE.UU., con todas las consecuencias para la competitividad a largo plazo de la UE. Debilitar a Europa militarmente también responde a los intereses de Washington. Mantenerla constantemente en tensión, para obligarla a dopar armas a Ucrania y llenar los depósitos de armas europeos con suministros estadounidenses. Todos lo entendemos. Vaya combinación de cálculos económicos y puramente egoístas y complejo de superioridad ideológico.
Pregunta: Existe la opinión de que en los años 60 las decisiones las tomaban personas que habían pasado por la Segunda Guerra Mundial y entendían lo que significaba. Ahora, en Washington, las decisiones las toman políticos que nunca han visto ni una batalla de verdad, y es más peligroso porque, al fin y al cabo, comprender las consecuencias de la guerra despierta bruscamente. ¿Cómo se siente al respecto?
Respuesta: Este es un tema universal no solo para los estadounidenses, sino también para los europeos. Y creo que ya no quedan políticos que hayan participado directamente en la guerra.
La diferencia radica en el hecho de que un número significativo de nuestros ciudadanos procede de familias que participaron de una u otra forma en la Segunda Guerra Mundial, sufrieron y perdieron a sus seres queridos. Por el enorme número de víctimas y por el sacrificio mostrado por el pueblo multinacional soviético, esta memoria es sagrada. Eso es lo que nos distingue de los que empiezan a tratar el tema de las armas nucleares a la ligera.
El mismo Biden nació durante la Segunda Guerra Mundial. Recuerda que en los años de posguerra el tema se discutía con bastante seriedad. En aquel entonces, todavía influía en la clase política estadounidense. Pero todos los demás miembros de la Administración son personas que no recuerdan nada de eso. Al menos, tal conclusión puede extraerse de sus acciones en la escalada de la confrontación con Rusia, en las afirmaciones de "si Ucrania no gana, es inaceptable", entre muchas otras cosas.
En Europa también hay figuras que intentan jugar con el tema de las armas nucleares de forma bastante irresponsable. En febrero, el ex Ministro francés de Asuntos Exteriores, Jean-Yves Le Drian, recordaba a Rusia que no debía olvidar que la OTAN también tiene armas nucleares. El Comandante de la Fuerza Aérea Alemana, Ingo Gerhartz dijo repentinamente que los miembros de la OTAN deberían prepararse para una guerra nuclear y el uso de armas nucleares. Dirigiéndose al Presidente ruso Vladímir Putin, dijo que nuestro presidente no se atrevería a competir con ellos. Es una afirmación muy reveladora de la boca de un alemán.
Hace tiempo, mucho antes del inicio de la operación militar especial, en los contactos con nuestros colegas alemanes empezamos a calibrar que utilizaban diversos métodos y expresiones para transmitir un mensaje claro: "Queridos colegas, los alemanes lo hemos pagado todo a todos y ya no le debemos nada a nadie. Por lo tanto, dejen de culparnos por lo que ocurrió durante la Segunda Guerra Mundial". Esta es una tendencia bastante peligrosa. Ahora muchas personas en Alemania, incluido el Ministro de Asuntos Exteriores, intentan declarar que los alemanes nunca olvidarán los crímenes cometidos por su nación durante el gobierno de Hitler bajo el Tercer Reich, pero siguen afirmando que han hecho todas cuentas.
No tomo en cuenta el tema de las reparaciones, que ahora los griegos, tras Polonia, han empezado a poner sobre el pavés. Me refiero a la responsabilidad por el desarrollo pacífico del continente y por la obstaculización del resurgimiento del nazismo, que, desgraciadamente, está resurgiendo ahora con bastante rapidez, sobre todo en esa misma Ucrania que es apoyada por los alemanes. La declaración del Presidente Zelenski de que fue un error renunciar a las armas nucleares (lo hizo en febrero de este año) no provocó ninguna reacción condenatoria de sus patrocinadores occidentales.
Pregunta: ¿Qué vamos a hacer? En los tiempos de la Crisis de los Misiles en Cuba, como usted ha dicho, Jruschov y Kennedy se pusieron de acuerdo. En su opinión, ¿cómo se puede reducir la escalada del conflicto para que Rusia pueda preservar su personalidad jurídica, su seguridad nacional y su autonomía? ¿Qué hacemos si los socios occidentales se niegan a negociar?
Respuesta: El Presidente Putin ha dicho en repetidas ocasiones que nunca nos hemos negado ni nos negamos a negociar. Advirtió que los que se niegan -lo hace Ucrania por órdenes directas de los patrocinadores occidentales- deben entender que cuanto más alarguen las negociaciones, más difícil les resultará negociar con nosotros. En su discurso del 30 de septiembre en el Kremlin, Putin volvió a instar al régimen de Kiev a detener las hostilidades y sentarse a la mesa de negociaciones. Una vez más, Occidente hizo oídos sordos y Zelenski declaró que no iba a debatir algo con el actual Presidente ruso. Incluso ha firmado un decreto que se lo prohíbe hacer. Zelenski es un actor del género de la comedia, pero ahora no estamos para bromas. Los acontecimientos en Ucrania están dando un giro trágico por lo que está ocurriendo con este régimen, que goza de total impunidad por parte de Occidente.
La disposición de Rusia, incluido su presidente Vladímir Putin, a negociar sigue siendo la misma. En los últimos seis meses, ha habido varias iniciativas por parte de los estadounidenses y algunos otros homólogos occidentales solicitando conversaciones telefónicas con el líder ruso. Algunos Ministros de Asuntos Exteriores se han dirigido a mí con la misma petición. Siempre hemos estado de acuerdo, siempre estaremos dispuestos a escuchar posibles propuestas para reducir las tensiones de nuestros colegas occidentales.
No hemos visto ninguna actividad en este sentido desde febrero de 2014. Cuando se organizó el sangriento golpe de estado, el primer instinto de las nuevas autoridades fue exigir la eliminación del estatus de la lengua rusa en Ucrania, consagrado en las leyes, la expulsión de los rusos de Crimea, etc. Durante los largos siete años después de la firma de los Acuerdos de Minsk, todos nuestros recordatorios y llamamientos para que el régimen de Kiev los cumpliera se encontraron con un muro de silencio. Aparentemente, el cálculo era que Zelenski podría restaurar su integridad territorial por la fuerza. No ocultaba que tenía la intención de hacerlo en Kiev. De hecho, el Presidente ucraniano se embarcó en este "plan B" cuando en febrero de este año en Donbás comenzaron los bombardeos muchas veces más intensos. Esa fue la gota que colmó el vaso de nuestra paciencia. No podíamos tomar otra decisión diferente si queríamos proteger a esa gente.
Siempre estamos dispuestos a escuchar a nuestros colegas occidentales si nos piden otra conversación. Espero que, además de reproducir lo que dicen públicamente con fervor propagandístico en los contactos a través de los departamentos diplomáticos y otros canales, nos ofrezcan algunos planteamientos serios que ayuden a rebajar las tensiones y tengan plenamente en cuenta los intereses de la Federación Rusa y su seguridad. Durante décadas hemos tratado de formalizar esto a través de medios legales internacionales. El último intento fue en diciembre de 2021, cuando propusimos a los estadounidenses y a la OTAN un tratado sobre seguridad europea destinado a garantizar los intereses legítimos de todos los países europeos, incluida Ucrania sin pertenecer a la OTAN, y los intereses de la Federación Rusa.
Si se nos presentan propuestas realistas basadas en los principios de igualdad y respeto mutuo de intereses, destinadas a encontrar compromisos y equilibrar los intereses de todos los países de esta región, no nos quedaremos atrás, como siempre ha ocurrido en el pasado.