Debido a la nueva "histeria de espionaje" en Tiflis creemos que es necesario decir lo que sigue. El régimen de Mijaíl Saakashvili padece de "manía de espionaje" causada por los ánimos antirrusos. A lo largo de los últimos años las autoridades georgianas recurría reiteradamente a la fabricación de semejantes escándalos esperando cínicamente obtener dividendos políticos interno o exteriores.

También esta vez el momento de la provocación ha sido elegido no por casualidad en vísperas de varios eventos internacionales resonantes. La próxima Cumbre de la OTAN en Lisboa ofrece la posibilidad a las autoridades georgianas de atraer la atención a través de un escándalo. Vale la pena de recordar la "exitosa revelación del contrabando de materiales radiactivos desde Abjasia" en vísperas de la Conferencia Internacional sobre la Seguridad Nuclear en EE.UU. en abril de este año.

También es evidente que la parte georgiana se propone presentar en la Cumbre de la OSCE en Astana, el 1 y el 2 de diciembre de este año, otra porción de retórica antirrusa de confrontación deseando imponer a los participantes su visión de la situación en el Cáucaso. No es un secreto que últimamente semejantes acciones georgianas tienen una recepción cada vez más escéptica de parte de la comunidad mundial, sobre todo después de que el informe de la Comisión de Heidi Tagliavini instituida por la Unión Europea había confirmado unívocamente el hecho de que fue Mijaíl Saakashvili quien desató el conflicto militar en el Cáucaso en agosto de 2008.

Otro objetivo evidente consiste en aprovechar el espantajo de la amenaza rusa para mantener la histeria antirrusa en el país.

Pero esta provocación cosida con hilo gordo difícilmente produzca el efecto que esperan sus organizadores. Pues todos conocen desde hace mucho el precio de semejantes trucos propagandísticos de Tiflis.

5 de noviembre de 2010